viernes, 4 de diciembre de 2009

La Coparmex-DF y su modelo matemático

En medio del conflicto iniciado por la decisión de Calderón, de destruir al Sindicato Mexicano de Electricistas (SME), los trabajadores han planteado una serie de acciones de protestas para hoy Viernes 4 de diciembre. Esto era previsible, y aunque las amparan diversas leyes, estas actividades no dejarán de afectar al ya de sí caótico tránsito en la Ciudad de México. Aquellos que puedan, tomarán sus providencias para aminorar los retrasos y los embotellamientos. Habrá también un grupo de automovilistas que, contumaces, saldrán a la misma hora para recorrer las mismas avenidas quizás con la esperanza de que todo sea normal, y que terminarán despotricando airadamente contra una acción que ya sabían que ocurriría y , dado el "diseño" de la ciudad y la ineficacia de las policías de tránsito, les efectará de manera ineluctable.

No obstante, la mayor parte de la población no tiene otra alternativa que desplazarse y enfrentar los retrasos y atascos de tránsito. Para los fans de la tecnología, es tan difícil concebir que en pleno siglo XXI, en un país miembro de la OCDE, la única manera de hacer su trabajo para millones de personas, muchas de ellas profesionistas, sea la presencial. Es el aprovechamiento que un país sin estrategia de tecnología de información (TI) y sujeto a mentalidades medievales da a Internet, y a las telefonías fija y móvil.

Bueno, por una parte está el atraso en este sentido, y por otra, un asombroso avance en la capacidad de estimación de pérdidas económicas por las protestas. El presidente de la Confederación Patronal de la República Mexicana en el DF (COPARMEX-DF) declaró ayer que dichas pérdidas ascenderán a 10 millones de pesos si las acciones de protesta duran 4 horas. Si exceden este tiempo, las pérdidas se incrementarán.

Tal precisión me interesó sobremanera: ¿por qué una cifra redonda? ¿qué tal 9 millones? O mejor aún, ¿qué les parece 11,234,123.50 pesos? ¿Con qué modelo matemático realizó la estimación? Luego, si las protestas duran más de 4 horas: ¿el incremento será lineal, exponencial o logarítmico?

De ser cierto que la COPARMEX tiene en sus filas los actuarios y matemáticos que han desarrollado tal modelo y además cuenta con la base de datos (confiable, but of course) que permite afirmar puntualmente el monto de las pérdidas para un conjunto de eventos que incrementan el caos en un escenario poco predecible, tiene la obligación moral de compartirlo con la humanidad.

Si es tan preciso en eventos casi aleatorios, podría ser utilizado con niveles de certidumbre muy altos para valorar las pérdidas económicas sufridas no solo por el sector comercio, sino también en el bolsillo de los ciudadanos, por la instalación regular (pertinaz es más apropiado) de tianguis y de terminales de transporte público en nuestras calles y avenidas; así como por la ejecución inmisericorde de obras públicas que desvían el tránsito sin previo aviso.

“Señor Barba, presidente de la Coparmex-DF: ¿sería tan amable de utilizar su maravilloso modelo matemático para responder a los pobladores de Ecatepec, Coacalco, Tultitlán y anexas, el monto de las pérdidas económicas por la repavimentación de la Vía López Portillo? Por su atención, gracias.”

Actualización:

El día Sábado 4 de diciembre, la vida de los municipios conurbados a la Ciudad de México, mencionados en el párrafo anterior, fue alterada a niveles extremos por un acto publicitario: "La Caravana Coca Cola". Con la noble finalidad de hacerse propaganda, esta empresa organizó un desfile que requirió del bloqueo de la principal vía de tránsito al norte de la ciudad, la Vía López Portillo. En vano espere que los comentaristas de Televisa y TV Azteca, que se desgarran las vestiduras por las protestas del SME, hablaran del caos ocasionado por el desfile con indignación y coraje. No fue así. Decenas de miles de personas perdieron horas de su Sábado por un acto que no defendía derecho alguno, sino que únicamente promocionaba una marca de agua carbonatada con cafeína. Tan solo como ejemplo: el trayecto del fraccionamiento "Héroes Tecámac" a Coacalco (aprox. 4 km) tomaba 3 horas. Mientras los conductores apagaban sus motores aburridos, los pasajeros de transporte público avanzaban por las banquetas y por las orillas de las carreteras.

Quizás a falta de justicia humana, el destino tomó en sus manos el asunto y me permitió ver a una señora que a eso de las 11:30 de la noche vendía refrescos de lata a los automovilistas atascados en la carretera llamada "Recursos Hidraúlicos". ¿Saben de qué marca? Por supuesto: ¡Pepsi Cola!

jueves, 5 de noviembre de 2009

Luz y Fuerza. Corrupción y Liderazgo

“Business leaders have the difficult task of acting as role models every hour of every day”
(Andrew Brown)

Una de las razones que el gobierno esgrime, tanto en discursos como en anuncios comerciales transmitidos en tiempo oficial (nuestro) a través de los medios masivos de difusión, para la extinción de Luz y Fuerza es la corrupción de los trabajadores y del sindicato.

Calderón recurre en cantidad a este argumento porque es el que más le llega al ciudadano común: al que tuvo que soportar las enormes filas y el mal trato de los empleados de ventanilla de Luz y Fuerza; al que se enfrentó a la disyuntiva de ofrecer algo “para los refrescos” a los trabajadores de campo de esta empresa para que le solucionaran su problema técnico con rapidez, o esperar a que el proceso se ejecutara de acuerdo a tiempos burocráticos.

Rara es la persona que no se queja del servicio eléctrico; aunque cabe mencionar que lo mismo se aplica para los usuarios de otros servicios públicos y privados. Yo mismo recomiendo con frecuencia a los clientes de la consultoría, la instalación de equipos de respaldo y de filtrado para protección de sus centros y equipos de cómputo, en virtud de la mala calidad y de la poco confiable disponibilidad del suministro de energía eléctrica. Eso sí, la recomendación se hace tanto a los clientes de Luz y Fuerza como a los de la Comisión Federal de Electricidad.

Más aún: la corrupción no es privativa de los organismos públicos. También existe en el sector privado e incluso en las empresas trasnacionales. Solamente que los mecanismos de control que se establecen para proteger los intereses de los accionistas reducen el margen de acción de los transas (o “bizneros”, como en ese ámbito se les denomina). Una vez salvados los intereses de los accionistas, la corrupción es tolerada y, aunque sea de manera tácita, alentada.

No olvidemos que una de las lecciones más interesantes de la apertura telefónica fue el by-pass o “tráfico gris”; es decir, el proceso técnico en el que los operadores de larga distancia con capital extranjero cambiaban el número de origen de una llamada internacional proveniente de otro país, por un número local. La disfrazaban de una llamada local para no pagar a Telmex el costo de terminación de llamada internacional (un costo exagerado si se comparaba con el otros países, pero legal a fin de cuentas). Corrupción que ahí se llama business y no tranza.

De cualquier modo, realmente sería una falsedad afirmar que en Luz y Fuerza (como en otras empresas) no hay corrupción. Y menos ahora que Televisa y TV Azteca se han encargado de recordarlo de manera constante a sus televidentes. Por esto sería interesante preguntarnos el porqué de la omnipresencia de la corrupción en nuestras organizaciones.

La explicación más facilona, y por ende preferida de los locutores, es recurrir al malinchismo, que culpa a los mexicanos quienes por definición son corruptos, o a su complemento, el chovinismo que lo presume como si fuera una virtud de nuestro pueblo.

Históricamente, podríamos encontrar las raíces de esta mala costumbre en la desobediencia que los encomenderos españoles presentaron frente a las Leyes de Indias promulgadas por sus monarcas, al otro lado del Atlántico. Su cínico argumento persiste todavía en la moral de los corruptos: “Las leyes son para respetarse, que no para cumplirse”.

Socialmente, la corrupción ha encontrado un campo fértil en una sociedad en la que las diferencias sociales son abismales, en la que el poder económico se valora sobre el resto de las cosas, y en la que prácticamente las únicas vías de movilidad social que quedan disponibles son la corrupción y la delincuencia.

Pero como tenemos un gobierno empresarial al que le importan un comino la historia y la sociología (Fox era un lector, de libros de mercadotecnia, según su encargada de cultura), busquemos la explicación en los libros de administración de empresas, dentro del tema de liderazgo.

Por lo que toca a los teóricos del liderazgo, tanto John Adair (Liderazgo centrado en la acción), como Hersey & Blanchard (Liderazgo situacional), Tichy (Motor del liderazgo) y Collins (Liderazgo Nivel 5), coinciden en que el líder tiene unas responsabilidad muy alta hacía la organización por sus actos, pues de una u otra forma incide en el comportamiento tanto de la empresa como de cada uno des sus miembros.

Esta influencia puede ser muy subliminal, tácita, como la que ejercieron sobre nosotros algunos profesores en temas ajenos a la materia que nos impartían. Puede ser explícita y buscada, como intentan la mayor parte de los políticos; o bien, llegar al grado de institucionalizarse mediante procesos o procedimientos. Así, la mayor parte de los conservadores buscan que los demás seamos tan santos como ellos no solamente con su ejemplo (bueno; Fox, Creel y Pancho Cachondo no cuentan), sino con la imposición de leyes que penalizan el aborto y los comportamientos sexuales diversos.

Como se puede desprender de los ejemplos anteriores, la influencia tiende a ser más fuerte cuando el afán de influir no es tan ostensible. Si mi padre fue trabajador, es muy probable que yo lo sea, aunque jamás me lo haya dicho explícitamente. En cambio, la búsqueda por influir solamente funciona cuando hay una congruencia entre el decir y el hacer del líder. Mao pudo pedir y lograr que millones de chinos trabajaran tan o más duro que él, porque él era congruente con su discurso. No me imagino que el adúltero de Fox (según su biblia católica, pues vive con otra mujer cuando la primera aún vive) pueda imponer a la familia nuclear monogámica y heterosexual como única posible.

Las acciones del líder permean más rápido hacía los niveles debajo de él que su discurso, congruente o hipócrita. Un líder con visión hacía adelante, influirá para que la organización avance; uno con visión conformista, alentará o detendrá el progreso. Un líder honesto hará más infrecuente y difícil la ejecución de actos indebidos; uno corrupto, enseñará, quiera o no, una doctrina de corrupción a los niveles inferiores.

No solamente las influencias explícitas llegan a materializarse en procedimientos y leyes, también las tácitas. Pero como son implícitas y, en el caso de la corrupción, indecibles, no se graban en leyes sino que se institucionalizan en procesos y procedimientos que la permiten. El ejemplo más inmediato es el “entre” en la policía: la cantidad de dinero que los oficiales deben pagar cada turno a sus superiores, y de la que estos a su vez, pagan parte a sus comandantes. No está en el reglamento interno ni en el manual de procedimientos. No obstante, prevalece porque no hay mecanismos efectivos que lo impidan.

De manera más discreta, esto ocurre en el resto de las organizaciones, con especial énfasis en las públicas. No está escrito que se deba ser corrupto, pero es más fácil serlo que no. ¿Cuál es la responsabilidad de los líderes de las organizaciones? ¿Permear un espíritu de honestidad o de corrupción? ¿Establecer, con el poder que les da el puesto, procedimientos que impidan la corrupción, o que la permiten y alienten? ¿Recibir su parte del “botín de guerra”, o quizás dejar que los de abajo roben centavos para que él tome los pesos?

Regresando al caso de Luz y Fuerza, ¿la corrupción de los empleados era resultado de su innata maldad y de la malsana protección del sindicato? En tantos años de no extinción, ¿qué hicieron los líderes nombrados y pagados por el gobierno para cambiar esta situación? ¿Qué permearon hacía abajo? ¿Honestidad, corrupción o valemadrismo?

Sinceramente, no creo que Luz y Fuerza sea un caso excepcional que no quepa en los libros de liderazgo que nos ha traído la globalización.

jueves, 29 de octubre de 2009

Los extraños cálculos financieros de Felipe Calderón

La edición de hoy, Martes 27 de octubre de 2009, de La Jornada da a conocer los documentos Informe de la desincorporación mediante extinción del organismo descentralizado Luz y Fuerza del Centro, y Diagnóstico de Luz y Fuerza. A pesar de que los documentos tienen una clara tendencia a culpar a los trabajadores de la quiebra no declarada de esta entidad, no pueden evitar mencionar que la mayor proporción de los costos de la empresa caía no en la nómina, sino en su proveedor más importante, que resulta ser otra empresa del mismo dueño: la Comisión Federal de Electricidad. La facturación de este proveedor ascendía a más de 100,000 millones de Pesos y, dado que por decisión del mismo dueño, Luz y Fuerza del Centro debía vender la energía a él comprada a un precio notablemente inferior, había una pérdida de cerca de 40,000 millones de Pesos. En números fríos: lo que CFE facturaba en 1.38 Pesos, Luz y Fuerza lo vendía en 0.98 Pesos a los usuarios comunes, y en 0.45 Pesos a los clientes preferenciales . La rentabilidad de estas operaciones era, para efectos prácticos, cuasi-lineal con una pendiente negativa; en lenguaje llano: a mayores ventas, mayores pérdidas. Suena absurdo, sino que estúpido, para un gobierno que representa a los empresarios y que supuestamente se guía con un lógica de rentabilidad económica.

No obstante, la historia tiende a repetirse cuando los protagonistas no la conocen y mucho menos ejercen su papel histórico. En los años cincuentas les tocó a los ferrocarriles; tampoco eran negocio. Solamente que el sindicato de ferrocarrileros, encabezado por el admirable Demetrio Vallejo, descubrió la razón de falta de rentabilidad: a las compañías mineras privadas (extranjeras en su mayoría) se les cobraba el transporte a una tarifa por debajo del costo. También se establecía una función lineal decreciente: a mayores ventas, más grandes las pérdidas. El sindicato, más preocupado que el dueño por la rentabilidad de la empresa, propuso que el gobierno (el pueblo) no subsidiara mas a estos empresarios que no únicamente saqueaban nuestro subsuelo, sino que además eran beneficiados por tarifas de transporte incosteables. No tengo duda alguna de que esta propuesta, junto con las prestaciones y condiciones dignas de trabajo que Vallejo buscó para los trabajadores ferrocarrileros, lo llevaron a la cárcel por más de 11 años.

Sobre este particular queda una pregunta en el aire: suponiendo que el gobierno tiene éxito en su objetivo de desaparecer a Luz y Fuerza (cosa probable mas no segura, dada la resistencia social que ha encontrado y los defectos jurídicos de la acción misma), ¿qué va a pasar con las tarifas preferenciales que Luz y Fuerza ofrecía a sus clientes preferenciales? ¿Se las actualizará la Comisión Federal de Electricidad en el siguiente recibo? Partiendo del supuesto de que al CFE, por ser “una empresa eficiente y de clase mundial”, obtuviera un margen de 20% con la venta de energía a LyF (107 millones de Pesos), sus costos andarían cerca de 85,600 millones. Para que LyF perdiera 40,000 millones en esas transacciones, no pudo haberlas facturado en más de 77,000 millones de Pesos. ¿Quiere decir que ahora la CFE va a incrementar las tarifas a esos clientes consentidos al menos en un 15% para no salir tan afectada? ¿O la CFE va a tomar un negocio al que antes la ganaba más de 20,000 millones para ahora tener una pérdida superior a los 8,000? ¡No vaya a ser que después también resulte incosteable y tengamos que venderla a la iniciativa privada!

Adicionalmente, el dueño de Luz y Fuerza había decidido otorgar crédito a determinadas cuentas preferenciales. El resultado actual es que a Luz Fuerza sus clientes principales le adeudan más de 12,000 millones de Pesos. Nuevamente la pregunta: ¿CFE va a cobrar esos adeudos en un plazo menor a un año? O ¿los va a renegociar para que esos clientes consentidos paguen como buenamente vayan pudiendo? Sabiendo la identidad de esos clientes, mucho me temo que la opción que tomará la CFE será ésta última.

Sumados a las pérdidas ocasionadas por el absurdo (desde el punto de vista de rentabilidad monetaria, empresarial) de vender la energía a un precio menor al que se adquiere, suman más 50,000 millones Pesos; muchos más de los famosos 40,000 millones que, según Calderón, obligaron al gobierno a extinguir la empresa.

Y ya con la calculadora en la mano, podemos considerar las generosas liquidaciones con premio para los cedan más rápido a la presión económica y/o a la codicia. Para evitar perder 40,000 millones, el gobierno está dispuesto a erogar entre 20,000 y 30,000 en liquidar a los trabajadores de LyF. Añadimos adeudos de clientes consentidos (12,000 millones), pues no veo ese pago en el horizonte cercano, y la pérdida que asumiría la CFE al tomar el pésimo negocio de LyF (8,000 millones) y nos acercamos a la nada deleznable cantidad de 50,000 millones de Pesos. ¿Gasto 50 para no perder 40? ¿Dónde está el beneficio financiero de la operación? ¿Cuánto ganamos los contribuyentes por la pérdida de una de nuestras empresas? ¿Menos 10,000 millones de Pesos? ¡Vaya cálculo de altas finanzas!

sábado, 19 de septiembre de 2009

Demasiado extraño para que siga siendo un misterio

Ayer Viernes un individuo, aparentemente perturbado de sus facultades mentales, mató en una concurrida estación del metro de la Ciudad de México a dos personas y con mucha probabilidad hirió a cinco más. La noticia corrió mutando con la misma velocidad con que se desplazaba tanto entre los medios de difusión como entre la población. El hecho de que el servicio de transporte colectivo estuviera colapsado en una hora pico de Viernes facilitaba que la noticia se moviera con rapidez.

Al principio se habló únicamente de una balacera y muchos ciudadanos pensamos de inmediato en narcotraficantes pues a últimas fechas estamos muy acostumbrados a los enfrentamientos entre grupos de delincuentes y entre estos y el ejército y la policía, o entre diferentes cuerpos de seguridad del gobierno (creo que hay muchos pleonasmos en este párrafo). En medio del estacionamiento en que a esas horas se convierte la Avenida Insurgentes, escuche a los locutores hablar primero de un terrorista o de un fanático religioso que realizaba pintas en un vagón del metro y que al verse en peligro de ser aprehendido disparó un revólver y mató a dos personas, un policía auxiliar y un pasajero. Después se informó de una conferencia de prensa del gobierno de la ciudad en el que aclaraba que se trataba de un asalto que se salió de control y terminó en esa tragedia; que el agresor intentó robar al civil y que ante su resistencia le disparó, primero a él y después a un policía desarmado.

Sin embargo, el sitio web del periódico Reforma muestra aún hoy Sábado un video en el que es claro que la primera agresión es contra el policía y la segunda contra un civil que inexplicablemente trata de contenerlo sin armas. Es evidente que la versión oficial no corresponde a esta evidencia, a menos en orden temporal.

A casi veinticuatro horas del suceso no sabemos si el homicida es un terrorista, un fanático religioso (tan a tono con el aerosecuestrador de hace unas semanas) o un desalmado ladrón. Lo que sí sabemos es que los policías del metro van a portar armas de ahora en adelante. No sabemos el porqué de las muertes, pero sí sabemos quién será el beneficiario.

Si, los policías auxiliares del metro podrían portar armas de fuego, los mismos policías que de vez en cuando golpean a un pasajero porque se saltó el torniquete sin boleto, los mismos que les quitan sus botes a los activistas campesinos o estudiantiles que con el “boteo” financian sus actividades políticas; los mismos que, por algún hechizo, no pueden ver al ejército de “vagoneros” que con amplificadores portátiles destrozan los oídos de los pasajeros para vender discos piratas; los mismos que se alían con bandas como “Las Gordas” para extorsionar pasajeros por supuestas agresiones sexuales a mujeres policías vestidas de civil.

Sí, a esos policías les van a permitir portar armas dentro de los atestados vagones y ándenes del metro. Imaginemos la escena del Viernes con un policía armado y con la excelente preparación que reciben los policías auxiliares: ¿accionaría su arma en medio del anden repleto de personas? Muy probablemente.

A la desconfianza creada por la cantidad de versiones del hecho que los medios y el gobierno difundieron de manera desconcertante, se agrega el hecho de que no sepamos hoy el porqué de la agresión y la inexplicable reacción de un civil que, sin arma, intenta someter al agresor de frente al cañón de su pistola. La acción ha sido calificada por los medios como “heroica”; pero, con todo el respeto que se merecen sus deudos y el mismo ciudadano hoy ausente, no hay una explicación que haga sentido para este modo de actuar. El trabajador intentó someter al agresor de frente, sin sorpresa, sin arma y, hasta donde se ve en el video publicado por Reforma, sin el entrenamiento apropiado. Según las notas periodísticas, se trataba de un trabajador de la construcción, padre de cinco hijos. Su muerte merece una explicación más lógica que hasta ahora no hemos escuchado.

Hace unas semanas regresaba de Monterrey y a quién me precedía en la fila para la revisión del equipaje en el aeropuerto le impidieron llevar un par de refrescos en lata, ni en la cabina, ni en el equipaje documentado. Habían pasado apenas unos días del pretendido “aerosecuestro” que contó la atención de todos los medios y del mismo Secretario de Seguridad Pública del país y ya se estaban violando los derechos de un pasajero. No obstante, a la fecha, no se nos ha informado claramente el porqué del intento de aerosecuestro.

Ayer, nos enteramos en medio de informaciones contradictorias e ilógicas un hombre mató a dos personas y de inmediato el gobierno decide que los policías bancarios del metro pueden portar armas antes de saber el motivo de la agresión.

No hay motivos, pero si ganadores. Tanto el frustrado secuestro del avión como los homicidios del día de ayer son hechos muy extraños para que sigan siendo misterios.

sábado, 20 de junio de 2009

¿Voto nulo?

En un escenario de desencanto por parte de la ciudadanía, y de cinismo y desfachatez por la de los partidos políticos, un fantasma recorre México: el fantasma del voto nulo, la campaña por anular el voto que agrupa a personas tan disímbolas como un ex asesor de Vicente Fox, la ex gobernadora priísta de Yucatán, Dulce María Sauri, y gente más progresista como algunos articulistas de La Jornada. Adicionalmente, el voto nulo ha encontrado un medio de difusión ideal en Internet. El spam, los blogs y otros recursos virtuales son medios ideales para el chisme, las leyendas urbanas, el rencor y la paranoia; y la campana por el voto nulo tiene un poco de cada una de estas cosas. La pregunta que viene al caso es ¿cuáles son las consecuencias del voto nulo?, ¿tiene efectividad? Analicemos las cosas con un poco de detenimiento.


Los que anulen su voto, se abstengan o lo presenten en blanco, simple y llanamente están cediendo su derecho a decidir a los que si voten y emitan votos válidos. La legislación no prevé ninguna acción aún en el caso de que una mayoría abrumadora de los votos fuese de votos nulos. Algunos de los que proponen esta acción argumentan que es una forma de enviar un mensaje a los partidos políticos para que sepan lo que pensamos de ellos. Cómo si les importara. ¿Acaso no saben Calderón, Jesús Ortega y Salinas que las elecciones que los llevaron al puesto político más alto que han tenido en sus vidas fueron severamente cuestionadas? Los presupuestos de las diversas instancias de gobierno incluyen buenas sumas de nuestros impuestos para que empresas de mercadotecnia investiguen qué opinamos los ciudadanos, y con base en ello definir sus estrategias de marketing político. Claro que saben que mucha gente los detesta, pero ¿qué es el desprecio de gentes desconocidas frente al poder y el dinero que obtienen a cambio?


Por mi parte, pienso que tanto el voto nulo, como la abstención y el voto invalidado son expresiones de un mismo fenómeno. Como parte de la cultura del esclavo internalizada en la psique colectiva del mexicano después de 300 años de invasión española, delegamos con facilidad nuestras responsabilidades y derechos a otros . “Héroes por delegación” dice por ejemplo el maestro Tomas Mojarro para referirse al masoquista hábito de nuestro pueblo por el futbol. Así como el fanático futbolero pone sus esperanzas deportivas en una selección con desempeño sempiternamente mediocre, el ciudadano común deja que la clase política decida su futuro económico y social. El PRI comprendió claramente este fenómeno y lo capitalizó en su favor de manera muy exitosa por 7 décadas, ejerciendo lo que el excelente escritor Mario Vargas Llosa llamó la “dictadura perfecta”. Es la opinión de un intelectual que podrá ser muchas cosas menos izquierdista.


Hoy que recién entramos a un incipiente escenario de democracia electoral (tan vapuleada en la elección presidencial de 2006), muchos mexicanos están por delegar en otros la elección de sus gobernantes. Si todos los ciudadanos apartidistas anularan su voto la elección seria igual y legalmente valida pero decidida por los militantes y simpatizantes de los partidos, en especial por los grupos que han recibido beneficios de ellos, el llamado voto duro. Pongamos que usted hipotético lector, pertenece a la cada vez mas exigua clase media, es antipopulista, y aborrece a los vendedores ambulantes y microbuseros que desquician nuestras ciudades sin pagar impuestos. Pues votar nulo es dejar la decisión en manos de ellos que sí van a votar por los partidos que les permiten hacer negocio en nuestras calles de manera gratuita.


Evidentemente éste es un escenario agradable para los partidos a los que ingenuamente se piensa golpear con el voto nulo. Un escenario en que la decisión sería tomada por sus huestes, dejando fuera al resto de la ciudadanía, ésta vez, por voluntad propia. En todo caso, las únicas víctimas probables de un voto nulo masivo son los partidos más pequeños. Mientras que el ganador será el que obtenga el número mayor de votos válidos (a menos que se repitan procesos como el de 2006), los partidos más pequeños deben lograr una votación mayor al 2% no de los votos válidos, sino de los emitidos. Es decir, de todos; válidos, nulos y mal llenados[1].


Imaginemos por un momento que la campaña tiene éxito y que todos los ciudadanos apartidistas anulan su voto. Los únicos votos válidos serían emitidos por los militantes y simpatizantes de los partidos (voto duro). Ahora bien, el voto duro tiene una proporción diferente en cada partido: innegablemente, el PRI tiene el mejor porcentaje de voto duro, gracias a sus prácticas clientelares todavía ejecutadas con éxito, especialmente en las zonas rurales. Le sigue el PRD, en parte por cuestiones ideológicas, en parte por la persistencia opositora de muchos mexicanos y, por que no decirlo, de las prácticas clientelares aprendidas por varios de sus dirigentes durante su pasado priísta y pesetista[2]. Muy atrás está al PAN con una proporción de votos sensiblemente menor, y proveniente de los sectores más conservadores católicos, en especial del norte y centro del país. Por lo que toca a los partidos minoritarios, su voto duro es numéricamente despreciable. Si consideramos que el PRI lleva un lugar privilegiado en los sondeos y que tiene una alta proporción de voto duro, ya sabemos quién sería el beneficiario del voto nulo. ¡Con razón la priísta Dulce María Sauri anda tan entusiasmada promoviéndolo!


En este hipotético escenario, la lucha sería básicamente entre los votos válidos emitidos por los militantes y seguidores fieles de los 3 principales partidos: PRI, PAN y PRD. Ellos decidirían quienes nos gobernarán en el futuro inmediato. Seguramente, muchos partidos minoritarios perderían el registro y a las próximas elecciones solamente irían el PRI, el PAN, el PRD, y algún mini-partido sobreviviente (uno de estos podría ser el PANAL, de Elba Esther Gordillo, si ella ordena a los miembros de su sindicato votar en este sentido). Dudo que semejante escenario les moleste a los partidos que detentan el poder en la mayor parte de las instancias de gobierno. ¡Y se supone que ellos son los objetivos del ataque del voto nulo!


Por esta razón es que desde la perspectiva ciudadana no veo ninguna ventaja al voto nulo, salvo la ejecución de la catarsis. Ni siquiera el hacerle saber a la clase política el hastío que sus acciones han ocasionado en la población: eso ya lo saben y no les quita el sueño. Si en verdad queremos socavar el poder de la clase política, debemos buscar acciones más efectivas y menos viscerales. El maestro Octavio Rodríguez Araujo, por ejemplo, propone que busquemos legislar la revocación del mandato de los políticos electos que no hagan bien el trabajo por el que les pagamos tan buenos sueldos. El plebiscito y el referéndum son instrumentos de los que estamos privados los mexicanos, cuando hasta “dictadores” como Hugo Chávez, tan criticados por la televisión mexicana, los tienen que enfrentar y obedecer.


Mejor aún, creo que los ciudadanos debemos abandonar la cultura del esclavo, dejar de delegar nuestra responsabilidad política y asumir en nuestro entorno inmediato las obligaciones y derechos que nos corresponden. Es tiempo de que dejemos de gritar “gol” frente al televisor y maldecir después cuando el árbitro lo anula. Es tiempo de que seamos nosotros los que juguemos y no solo observemos. Esto no quiere decir que abandonemos nuestros empleos (los que tienen) y se integren a la política de tiempo completo. Podemos empezar desde un contexto micro: en la cuadra, en la colonia, estudiando, leyendo. Lo importante es quitarles el poder absoluto que hoy gozan nuestros odiados políticos, y que probablemente se refrendará gracias al voto nulo.



[1] Artículos 32, fracción 3 y 277, fracción 1, inciso b del Código Federal de Procesos Electorales

[2] El Partido Socialista de los Trabajadores (PST), que luego se transformó en el Partido del Frente Cardenista de Reconstrucción Nacional y hoy cobra cuerpo como la tribu de los Chuchos al interior del PRD, fue formado por Luis Echeverría en los setentas para contrarrestar la fuerza del naciente Partido Mexicano de los Trabajadores, liderado por Heberto Castillo y Demterio Vallejo. Gracias al patrocinio del gobierno, rápidamente aprendió a manipular la necesidad de techo de los pobres.

lunes, 1 de junio de 2009

De periodistas, asesinos y rocanroleros

Esta semana se cumplieron 25 años de la muerte del periodista mexicano Manuel Buendía a manos de la policía política: la Dirección Federal de Seguridad, que formaba parte de la estructura de la Secretaría de Gobernación. Su asesinato se ha convertido en un referente de la violencia estatal y de la falta de democracia en México. Aunque su muerte ocurrió en los años ochentas, en pleno dominio del PRI, México sigue siendo un país peligroso para los periodistas; al menos, así lo reportan diversas organizaciones internacionales.
En lo que toca al aspecto económico, el gobierno federal compra opiniones mediante su poder de anunciante o el otorgamiento de “exclusivas”, de adelantos y de filtraciones. Más artesanal es el caso de los gobiernos locales y municipales. Podemos recorrer las oficinas de palacios municipales en los que se reparten de manera gratuita periodiquitos desconocidos de menos de 20 páginas, dedicados primordialmente a halagar al alcalde y demás políticos locales. Los pasquines se pueden repartir gratis, porque bien el Ayuntamiento los compra al mayoreo, o porque les otorga un subsidio suficiente para publicar sin preocupación de las ventas a lectores individuales.
Estos “periodistas” no se preocupan, su cercanía con el poder los protege y les garantiza una vida cómoda y cantinera. No les preocupa ser asesinados por un matón a sueldo, como Buendía, El Gato o Blancornelas, ni ser secuestrados como Lydia Cacho. El número de periodistas víctimas de represión por el gobierno se incrementa con el avance de la derecha. El PRI sobornaba y, si esto no funcionaba, reprimía. El PAN compra con anuncios y, si esto no funciona, acude a la fuerza pública. Es notorio el cambio, ¿verdad?
Vale la pena aclarar, que los periodistas en México gozan de cierta visibilidad y, ¿por qué no decirlo? de prebendas en muchos casos, cuando usan su trabajo para halagar a políticos y empresarios. No es infrecuente ver autos desvencijados con un letrero enorme que dice PRENSA, y que según sus conductores, los habilita para hacer caso omiso de las reglas de tránsito. Por supuesto que muchos periodistas con mejores ingresos violan otras normas y con mayor seguridad.
Una anécdota personal refuerza esto, quizás de manera superficial. Por asuntos de la consultoría viajé a Chicago unos años después del atentado a las Torres Gemelas. Conscientes de la paranoia que el gobierno gringo había sembrado entre sus ciudadanos, llegamos al aeropuerto O’Hara con mucha antelación para tomar al avión de regreso, pues preveíamos una serie de revisiones. Gracias a esto, fuimos primeros en la fila para el registro del equipaje, y esperábamos a que nos dieran la indicación para avanzar más allá de la línea amarilla que limitaba el área de seguridad de la aerolínea. Cuando la empleada nos dijo que avanzáramos, estuve a punto de ser interceptado y de ser privado de mi lugar en la fila por un tipo alto, de barba y cabello lacio blancos, que de manera grosera intentó poner su carrito delante del mío. No lo logró y me dedicó un obligado segundo de mirada hostil. Mientras realizábamos el registro, mi compañero de viaje, empleado de la compañía a la que estaba yo asesorando, me indicaba maravillado que el tipo falto de urbanidad era un conocido periodista con programa propio en la radio. Lo voltee a mirar pero no encontré ningún rostro conocido, se lo dije a mi cliente y casi me preguntó si vivía en este planeta. Semanas después, un embotellamiento me permitió saber que estuve a punto de tener el privilegio de que mi lugar en la fila del aeropuerto me fuera arrebatado por un periodista famoso: su cara formaba parte de un espectacular que en un muro mostraba las fotografías de los locutores de una estación de radio con mucha audiencia.
Este extremo, de periodistas, reporteros, locutores y hasta repartidores que se sienten en un nivel superior al resto de los ciudadanos, contraste gravemente con los casos de Manuel Buendía, El Gato, Lydia Cacho, los semanarios Zeta y Proceso, atacados por razón de su trabajo.
Lo más grave del asunto es que esto ocurre a un gremio que tiene visibilidad, contactos. ¿Qué pasa con los ciudadanos de a pié? Los que son secuestrados, asesinados, detenidos; todos los que son víctimas de los abusos policiales y militares. ¿Hay ceremonias luctuosas de las que se informe en lo diarios? ¿Les otorgan reconocimientos port mortem?
Va un ejemplo relacionado con el asesinato de Manuel Buendía. Una vez que se supo de asesinato, el gobierno no podía encarcelar al agente de la DFS, responsable material del homicidio, ni a Zorrilla, autor material y Director Federal de Seguridad en esos tiempos. Miguel de la Madrid y Manuel Barlett no podían pagar así a uno de sus más efectivos perros de ataque contra la oposición. Pero tampoco podían dejar el crimen impune; ya no eran los tiempos de antes. Así que se valieron de una virtud de la policía mexicana que envidiarían los protagonistas de CSI: puede atrapar culpables de manera rápida, sin necesidad de investigación, de pruebas, ni de alta tecnología. Simplemente los fabrica.
Después de la muerte de Buendía, un par de músicos de rock mexicano circulaban en auto por el área de Ciudad Satélite cuando fueron detenidos por la policía. No sabemos si fue a causa de alguna infracción, o de algún delito menor; pero el caso es que confesaron en pocas horas haber asesinado a Manuel Buendía. De manera expedita fueron condenados y recluidos en prisión. La justicia es ágil en México, especialmente si le quitan los lastres y limitaciones de la ley y los lujos como la investigación.
Seis años después, el verdadero asesino cayó en las manos de la policía y se aclararon las cosas. Fue condenado y encarcelado. ¡Ah! ¿y que fue de los músicos? No tengo noticias de su liberación, pero sí de su estancia en el reclusorio. Uno de ellos provenía de unos los grupos de rock urbano que entonces contaba con mayor presencia entre los jóvenes marginados: el “Three Souls In My Mind”. Charlie Hautvogel fue el baterista de esta banda por más de15 años hasta que se peleó con Alejandro Lora y tomaron sendos caminos: Lora con el grupo “El Tri”, y Hautvogel, que había registrado el nombre del grupo, continuó con esta denominación hasta que fue detenido y encarcelado por un crimen del que él no tenía la menor idea. En cana, formó el grupo de rock Asociación Delictuosa que logró vender algunas cintas en el tianguis sabatino de El Chopo.
Su liberación, que espero ya haya ocurrido, no fue noticia. No eran periodistas, ni músicos de Televisa; ni siquiera recuerdo un canción de Alejandro Lora sobre esto. En cambio, otra liberación sí fue noticia. Con escalofríos nos enteramos que hace un par de meses fueron liberados los asesinos de Manuel Buendía: el material, cuyo nombre no vale la pena recordar; y el intelectual, Zorrilla.
Tiene mucho que no escucho rock urbano. No sé que fue del baterista del “Trisol”, como le decían al grupo mis compañeros de banqueta en El Molinito. Pero sí tengo claro que si los periodistas, empotrados en un nivel mayor de visibilidad que nosotros, son objetivos de criminales pertenecientes o asociados al gobierno, los ciudadanos de a pié no podemos esperar mucha seguridad; y esta zozobra es directamente proporcional al nivel de pobreza de las futuras víctimas.

domingo, 17 de mayo de 2009

Impunidad que no se desmiente

Como si la realidad se enneciara en confirmar las declaraciones del expresidente mexicano Miguel de la Madrid, en el sentido de que la impunidad es una característica necesaria para el funcionamiento del aparato político de este país, el Sábado 16 de mayo un comando armado toma una cárcel en Zacatecas y se lleva tranquilamente a 53 presos.
Después de que Miguel de la Madrid tuvo que autodenigrarse para evitar la furia de Carlos Salinas de Gortari, aduciendo una suerte de demencia senil, la realidad del país nos demuestra la certeza de sus palabras cuando nos enteramos que un comando de 80 hombres armados puede desplazarse a bordo de 17 camionetas sin que nadie, ni siquiera el ejército, los note y trate de detenerlos. Incluso contaron con el apoyo de un helicóptero que ni la fuerza aérea ni las autoridades de aviación civil pudieron o quisieron detectar.
Tratemos de ser amables con el ejército y las policías que pudieron encontrar de pronto al comando, supongamos que fueron ingenuos y que los dejaron continuar porque llevaban uniformes e insignias de la Agencia Federal de Investigaciones (AFI). Esto no hace sino reforzar las declaraciones del expresidente: si eres o aparentas ser un miembro de la AFI, estás exento de revisiones y de las vejaciones a las que estamos sujetos el resto de los mexicanos cuando recorremos el país por carretera. Claro, dije tratando de ser amables. Porque también son enteramente posibles los escenarios en los que los retenes del ejército y las policía que los encontraron estuvieran en complicidad con el comando armando; o que efectivamente se tratara de elementos de la Agencia Federal de Investigaciones del gobierno federal.
Para los que pasamos los setentas y los ochentas en barrios marginados, con trabajos en zonas fabriles como Naucalpan o Tlalnepantla, no suena nada descabellado que los otrora agentes judiciales (“judas”, en la jerga popular) ejerzan la delincuencia de manera ocasional o cotidiana. Asaltos, secuestros exprés, acusaciones falsas, violaciones y homicidios conformaban parte de las actividades y del poder de estos individuos. Gran cantidad de aguinaldos de los obreros terminaban en los bolsillos de estos esforzados protectores de la comunidad. Ni siquiera los más duros de las bandas punks o de las pandillas de barrio se atrevían a tocarlos. Mucho menos que un ciudadano común de estas zonas se atreviera a acusarlos legalmente; pocos procesos contra ellos prosperaban, porque los “perjudiciales” (otro mote con que los conocía el pueblo) gozaban de una casi completa impunidad, que solo se rompía cuando tocaban a un miembro de las clases privilegiadas, a alguien con conexiones en la política, o no repartían el botín con sus jefes y comandantes.
Los tiempos han cambiado y ya no se llaman “judiciales”, sino AFIs en el caso federal; y ahora les piden cierto nivel académico (en el país con el nivel escolar más bajo de le OCDE). Sin embargo, no es infrecuente que estos nuevos agentes aparezcan protagonizando delitos como el secuestro del hijo del acaudalado empresario Martí, o en la nómina del crimen organizado. Basta leer los periódicos para corroborarlo; y no solo La Jornada, que los panistas califican de “izquierdista”, sino cualquiera, incluso los especializados en la nota roja.
Parafraseando a nuestro Eliot Ness tercermundista en su desplante de desprecio hacía las leyes electorales, “haiga sido como haiga sido” que el nutrido comando armado logró cruzar retenes y tomar la prisión, el factor común en todos los escenarios posibles es la impunidad y el fuero de facto que gozan los miembros de la Agencia Federal de Investigaciones. Así es difícil minusvalorar las declaraciones de Miguel de la Madrid.

martes, 5 de mayo de 2009

Influenza y Poder en México

Como una consecuencia lógica de la gravedad del asunto y del indeciso manejo de la información por parte de las autoridades correspondientes, el brote de influenza ha pasado a dominar la escena en el país. Así como el gobierno nos informó de súbito que estábamos en epidemia, también la gente cambio sus temas por el brote y las medidas restrictivas para detenerlo; tanto en los medios masivos de difusión, como en la calle y en Internet. En este último medio aparecieron los mensajes masivos (spam) que contenían desde recomendaciones para otros tipos de influenza, hasta las alertas contra conspiraciones y bioterrorismo; así como sus posiciones opuestas.

Ciertamente, la influenza sirvió para distraernos de otros temas como la pandemia de violencia desatada por la "guerra contra el narcotráfico", y el repunte que con motivo de la debacle financiera en EE UU, tuvo la crisis económica que desde hace décadas padecemos los mexicanos.

¿Algo nuevo en esta emergencia? No mucho.
  • Personal de la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha declarado que avisaron con tiempo del problema, pero que nuestro gobierno no se inmutó mucho por ello.
  • En lugar de que la información fluyera de manera paulatina, las autoridades trataron de ocultar y de desestimar el tema hasta que fue imposible y entonces armaron una conferencia de prensa para tomar medidas que sonaron drásticas y detonaron la alarma entre la población.
Y para regocijo de los aficionados a la auto-superación, la crisis de la influenza fue una oportunidad que algunos aprovecharon. No solo los laboratorios que han visto incrementado sus pedidos de antivirales, sino incluso las tiendas de autoservicio. Hace unos meses ni los analistas ni las mismas empresas veían un escenario exitoso en el corto plazo, básicamente como consecuencia del “catarrito” calderoniano que le dio al país el año pasado. Sin embargo, gracias a la confusión generada por la información que de manera desordenada proporcionaba la Secretaría de Salud, la gente empezó a prever un escenario en el que toda la actividad económica se detuviera y entráramos en una cuarentena masiva; luego, la gente se abalanzó sobre las tiendas para tener lo suficiente en caso de que semejante cosa ocurriera. Información off the record, pero confiable, nos dice que el 30 de abril a las cinco de la tarde, todas las cadenas de autoservicio habían cumplido sus metas de venta.

En cambio, están los restauranteros que en el colmo del cinismo, declaran abiertamente que ellos no pagan los salarios de sus trabajadores, sino que son los comensales quienes proveen la mayor parte de sus ingresos mediante las propinas. En lugar de asumir su responsabilidad patronal, protestan porque el gobierno impide que la gente se reúna en sus espacios cerrados a incrementar la posibilidad de contagio de influenza.

La COPARMEX de plano propuso acatar la suspensión de actividades emitida por el gobierno federal, pero sin goce de sueldo para los trabajadores; o bien, a cuenta de vacaciones. Ahora resulta que ni la economía nacional ni los exitosos empresarios mexicanos pueden soportar una contingencia de una semana. Para efectos prácticos, la suspensión propuesta por el estado es un paro técnico. Lo mejor de la nota es que los empresarios no tienen que reconocer que sus empresas están mal sino que la culpa es de la influenza o del gobierno por decretar la suspensión de actividades. Seguramente, muchos de ellos suspiraron descansando su alma cuando estaban a punto de iniciar paros técnicos (con las consecuencias que para la imagen financiera de la empresa conlleva esta decisión), y el gobierno les permite bajar sus costos, enviando a sus empleados a casa sin dinero.

El secretario de trabajo, Lozano, simplemente se hizo a un lado y dijo que cada empresa lo viera según su propio contrato colectivo (y como los meseros de lso restaurantes y los empacadores de las tiendas de autoservicio no llegan ni a relación laboral). La COPARMEX invocó tramposamente el articulo 42 de la Ley Federal del Trabajo, que permite a los patrones suspender de manera temporal la relación laboral sin obligación de pagar sueldos, pero en caso de enfermedad contagiosa el trabajador, no de personas ajenas. Bueno, queda claro que en los gobiernos panistas la prioridad de la Secretaría del Trabajo es la protección de los patrones.

Otro que quiere aprovechar la oportunidad es el presidente constitucional, Felipe Calderón. Frente a la evidente incapacidad de su Secretario de Salud para ofrecer declaraciones congruentes, él ha quitado empowerment a su empleado para hacer declaraciones de manera directa. Bueno, quizás esto tenga que ver también con la agilidad mostrada frente al brote de influenza, la semana pasada por Marcelo Ebrard, jefe de gobierno del D.F. (otro que aprovechó la crisis para promocionarse). El caso es que Felipe Calderón ofreció una entrevista a la televisora Canal 11 (del Instituto Politécnico Nacional, y dirigida por quien se dice “amigo personal del presidente”) tratando de aminorar el impacto de las revelaciones de la OMS en el sentido de que el gobierno mexicano no había tomado con la seriedad debida los avisos de esta organización. Adicionalmente, ayer la televisión nos mostró un spot en el que Caderón, triunfal y alegre, informa de los resultados de las medidas que se tomaron frente al brote de influenza. Independientemente de la información ofrecida por él, era notoria su actitud jovial y desprovista de cualquier condescendencia con los muertos y sus familiares y de la gravedad que uno esperaría del jefe de estado de un país en emergencia sanitaria.

Si bien, la doctrina de superación personal dice que cada crisis es una oportunidad, no creo que los trabajadores sin sueldo o que gastaron encerrados en casa sus vacaciones, lo vean así. Prefiero recordar al maestro Karel Kosík (1926-2003), quien en su majestuosa obra “Dialectica de lo Concreto” nos dice que (resumo de memoria): si bien para el ser humano común la realidad se nos presenta de una forma oculta y debemos realizar un trabajo de análisis para conocerla, para los poderosos no hay nada oculto ni misterioso en el absurdo aparente, porque ellos son los que establecen los parámetros de la realidad.

Francamente, me suena descabellado que alguien haya iniciado de manera voluntaria esta epidemia; pero no es gratuito que los beneficiados de la influenza pertenezcan a las clases que controlan este país: Wal-Mart, los laboratorios, Calderón y otros pocos más tienen el poder de decidir cómo es que las crisis van a afectar a México y a ellos.

sábado, 14 de marzo de 2009

Tres Aniversarios Tres

Sabedores, aunque lo disfracemos, de que nuestra existencia sobre el planeta no está asegurada más allá del momento presente, los seres humanos buscamos cerrar ciclos de de tiempo muy cortos, más cortos que nuestras vidas. Nos da la ilusión de trascender a algo; si no tengo la certeza de estar aquí la próxima vez que nazca un bebé de mi sangre o que se publique un libro crucial para mi entorno, entonces voy a celebrar los cumpleaños de mis hijos, y los aniversarios de “Cien Años de Soledad” y de “La Región Más Transparente del Aire”.
Así rememoramos, celebramos o lamentamos el cumplimiento de los ciclos anuales, quinquenales y demás de los hechos que nos importan. En este año tocan varios, y su servidor, recién tocado por la muerte, ha decidido entrarle a esta suerte de añoranza del presente.
1. Este año, el 13 de marzo se cumplen 20 años de la invención del word wide web, más conocida como la web y equivocadamente por muchos como Internet. Ésta última es una red mundial que interconecta muchas redes valiéndose de varias tecnologías de comunicaciones. En cambio, la word wide web es el constructo humano que permite, sin gran ocupación de las redes, la consulta sencilla y amigable de información almacenada en computadoras diferentes a la del usuario. Si bien se trata de un desarrollo notable por su capacidad de aprovechar el potencial de las redes aún para usuarios sin gran cultura informática, su impacto no viene de las especificaciones que permiten la existencia de hipertexto y la hiperligas, sino de una decisión responsable y generosa tanto de los autores como de la institución que patrocinó los trabajos. Ni los creadores, Tim Barners-Lee y Robert Caillau, ni el Laboratorio Europeo de Física Nuclear (CERN), se reservaron los derechos de la invención; la pusieron a disponibilidad de los demás para su desarrollo y explotación. Queda elucubrar que hubiera pasado si los inventoreshubieran patentado y registrado el hipertexto. Lo que hoy en día es claro es que no concebimos las computadoras personales sin navegador que me permite viajar por la Internet dando clicks sobre las hiperligas. Cuando mis colegas se desgarran las vestiduras defendiendo los derechos de autor no de pequeños desarrolladores de software, sino de los gigantes de la industria como Microsoft, entro a Internet y agradezco los creadores de la triple W por su visión menos mercantilista.
2. Más temprano en el año, pero menos viejo el hecho, el Primero de enero se cumplieron quince años del alzamiento zapatista en México. Tuve la tentación de escribir en la línea anterior “en el Sureste de”, pero la verdad es que el movimiento sacudió a todo el país y no únicamente a un conjunto de municipios chiapanecos. Los combates entre el EZLN y las fuerzas del gobierno tuvieron lugar en Chiapas, pero también hubo atentados atribuidos a simpatizantes zapatistas en otras zonas, y los retenes del ejército oficial se multiplicaron por todo el país. Relaciono el levantamiento indígena con la word wide web porque en medio de los muertos, un funcionario del gobierno (cuyo nombre no importa mucho) dijo que tan solo se trataba de “una guerra en Internet”. La declaración estaba motivada por el amplio apoyo que la rebelión consiguió en Europa y en el norte de América mediante el uso extensivo de Internet. Cuando el ya decadente líder obrero oficialista Fidel Velázquez pidió que exterminaran a los hermanos de clase de sus huestes obreras, estoy seguro que solo hacía público lo que muchos en el gobierno y en la derecha pensaban; no dudo que incluso lo hayan planeado e iniciado (la ofensiva de Zedillo en febrero de 1995 lo demuestra). El hecho de que nunca se haya emprendido un aplastamiento brutal contra el movimiento zapatista tiene que ver con esa solidaridad que se generó en el exterior a través del ciberespacio y que ponía en un sitio de mucha visibilidad al gobierno mexicano. Ya no podía llegar el ejército y asesinar a cientos de civiles como en los sesentas y setentas, estaba a la vista de los países más influyentes del planeta. La famosa globalización había alcanzado a la dictadura perfecta, y había sido aprovechada de manera nada “globalifóbica” (qué palabreja) por los indígenas mexicanos.
3. Por estas fechas se cumplen 10 años de la última huelga estudiantil en la Universidad Nacional Autónoma de México, una huelga que enarbolaba la misma bandera que la de 1987, pero que estuvo marcada por la falta de capacidad de negociación de ambos bandos. Por un lado estaban los radicalizados integrantes el Consejo General de Huelga (CGH), que más movidos por ese rencor social que pervive en el inconsciente colectivo de los mexicanos desposeídos, y amenazados por perder la única manera legal de movilidad social, estallaron un movimiento que no pudo vincularse con el resto de la sociedad civil. Por el otro lado, ya no estaba un político hábil, aunque quizás perverso, como Jorge Carpizo, sino un representante de la derecha universitaria más intransigente y totalitaria. Torpe y abiertamente dependiente del gobierno federal, sumió a la universidad en un año de huelga con clases de mentiritas, despilfarrando el precario presupuesto en la organización de unas clases extramuros, limitadas y sin valor académico; y en las facturas de una campaña mediática feroz contra los integrantes del CGH. Semejante combinación, aunada a la ola represiva del gobierno, terminó con una imagen atroz: la policía militar entrando de nuevo a Ciudad Universitaria, apresando jóvenes que estaban reunidos en una asamblea en el Auditorio Ernesto Che Guevara, de la Facultad de Filosofía y Letras; los medios masivos de difusión difundiendo en directo la acción militar con un locutor que se escandalizaba del hallazgo de una maceta con una planta de marihuana que, una vez secada, no alcanzaría para un cigarro decente, y hacía pública su ignorancia al preguntar insistentemente a un policía si un artefacto enfrente de ellos era un arma. Molesto, el militar le respondió: “es un taladro”. El saldo es negativo pero alentador: se destruyó la posibilidad de un movimiento universitario, se perdió la posibilidad de discutir los problemas de la UNAM (que van más allá de las cuotas), pero la mejor universidad de habla hispana sigue siendo gratuita.
Aniversarios que oponen la aportación más importante en tecnología de información de los años recientes a las prácticas depredatorias de los monopolios; que enfrentan la supuesta ignorancia e incivilización de los indígenas contra su hábil uso de la globalización y de la Internet para evitar su aniquilamiento; que acercan también los opuestos en una huelga inútilmente larga, pero que sirvió para recordarnos, a pesar de la cantaleta de los medios contra la UNAM, sus estudiantes y sus ideas, que la mejor universidad de Iberoamérica no necesita seleccionar a sus alumnos de entre las clases más pudientes. No hizo falta el incremento en las cuotas para que la UNAM rebasara a las mejores instituciones privadas.
Son aniversarios que no debemos olvidar, en especial porque sus causas y sus efectos persisten el día de hoy y reclaman nuestra acción para asegurar que todos tengamos acceso a la tecnología, a la educación y a una vida digna.