miércoles, 19 de marzo de 2008

Bombas y Emos

Hace unas semanas, una bomba estalló en las manos, se dice, de su portador y ejecutor de un atentado terrorista contra un alto mando de la policía capitalina. Después de la usuales elucubraciones de los medios masivos de difusión que incluían al grupo guerrillero Ejército Popular Revolucionario (EPR), la información proporcionada por el gobierno local apunta a un atentado del narcotráfico contra un alto mando de la policía capitalina. Ambas hipótesis adolecen de sustento lógico.

El EPR, si bien es un grupo armado que ha utilizado explosivos, regularmente lo ha hecho evitando la muerte de civiles. Más aún, la versión de que la bomba iba a ser colocada en la glorieta del metro Insurgentes aleja más la posibilidad de que esta guerrilla hubiera atentado contra la base a la que pretende convencer: el pueblo de a pié.

La versión oficial acerca de un atentado del narcotráfico contra un director de la policía capitalina también es endeble. ¿De cuando acá los narcotraficantes son tan sofisticados y se complican tanto para matar a un enemigo? Han matado capos y jefes de policía (que muchas veces vienen a ser lo mismo) a plena luz del día, en lugares públicos y con la simplicidad de un comando armado al que curiosamente nadie detecta ni mucho menos detiene. Pero aún, el estacionamiento donde según la versión oficial se iba a depositar la bomba no es donde los altos mandos dejan sus autos; ellos los estacionan dentro del edificio que alberga la Secretaría de Seguridad Pública, no en el camellón de Avenida Chapultepec. Y el poder de la bomba no alcanzó para destruir un coche viejo y dos de modelo reciente; difícilmente iba a destruir el auto de un jefe policíaco, que con mucha probabilidad estaría blindado.

El video que Televisa proyectó antes que las autoridades y que usa para convertirse en juez y demostrar que la chica herida era parte del atentado, muestra a un tipo que no tiene una idea clara de lo que porta. Balancea a bolsa con la bomba como si fuera el bolso de mano de su novia. ¿Es éste el comportamiento de un terrorista profesional?

Algo que también llama la atención es el uso de un explosivo plástico de circulación restringida y que en México solo es manejado por el ejército. La dinamita utilizada por el EPR para volar los ductos de PEMEX el año anterior es de uso común en la industria minera y de la construcción por lo que finalmente se puede conseguir. No es el caso del explosivo utilizado en Avenida Chapultepec. Como mencioné en un blog pasado, creo que no conoceremos la verdad de este hecho.

En otro orden de cosas, al menos aparentemente, el 7 de marzo una pandilla de golpeadores atacaron a un grupo de jóvenes “emos” que se reúnen en el centro de la conservadora ciudad de Querétaro, enclave del partido en el poder, el PAN. El ataque fue precedido de “convocatorias” por Internet dirigidas a otros grupos de jóvenes que gustan de música excluida de los medios comerciales: punks, metaleros, skatos. Y la convocatoria a su vez fue antecedida por una campaña subterránea dentro del ambiente rockanrolero mexicano de denostación de quienes se presentan como emos y que también escuchan música de rock y están marginados de la cultura y del entretenimiento oficial. Una campaña eminentemente fascista que discrimina a los otros por ser diferentes dirigida a un grupo de también discriminados.

Resulta curioso que la consecuencia históricamente lógica de la campaña de discriminación contra los emos, un ataque violento, se diera en un bastión de la derecha mexicana, en la cuna del sinarquismo, en la zona donde el partido en el poder tiene mayor apoyo, en una zona donde los combatientes derechistas del Yunque operan sin mayor problema. Después se convocó a otro ataque en el Ciudad de México que no prosperó pues la policía capitalina intervino, pero ¿por qué primero en un sitio tan derechista? ¿Por qué la policía queretana no actuó como la chilanga si también se supo con antelación del ataque? Por cierto las fotografías y los videos muestran revueltos a jóvenes con las típicas indumentarias punk y metalera, a jóvenes con ropa más común (“de calle”) y hasta adultos bordeando los treinta sin mata metalera ni mohica punketa, sino cabello discretamente corto. En los setentas les llamaríamos “orejas”, infiltrados, provocadores o simplemente policías.

¿Qué ocurrirá ahora con los chavos que caminen por las calles céntricas de Querétaro vestidos como Rob Halford o como Sid Vicious? ¿Serán cordialmente invitados a largarse de ahí como nos corrieron de Aguascalientes en los noventas tras la cancelación del concierto de Black Sabbath? ¿Permitirán las discotecas la entrada a jóvenes emos, skatos, punks y metaleros?

Lo peor del caso es que la ignorancia hizo gala de su presencia en Internet con miles de mensajes apoyando la golpiza; hubo quienes filmaron y subieron videos de la “hazaña” de cien contra veinte a youtube.com. Como siempre, hay un número enorme de “rockanroleros” a quienes mueve más el rencor que le música, almas cuya pulsión principal es Tanatos y no Eros, la destrucción a falta de posibilidades creadoras. Hoy recuerdo a los más gandayas de los punks en los postreros setentas; agresivos y drogos, hoy son en su mayoría policías y delincuentes. Bueno, casi lo mismo.

¿Son inconexos estos dos eventos, el bombazo y la golpiza a los emos? Juzguemos. Mi oficina es cercana al sitio del bombazo. Pasamos la tarde de tan infausto día en un restaurante de la zona entre cervezas y rumores, elaborando conclusiones sin fundamento. La semana siguiente me la pase pagando parquímetros porque la policía nos impedía el paso a nuestro estacionamiento. Por supuesto que es una molestia, pero me resigné cuando recordé lo que uno de mis compañeros de trabajo dijo al salir del restaurante ese Viernes:

- Imagínate. Dicen que iban para la glorieta ¿Cómo sabes si alguien de la gente que te encuentras en el camino trae algo? Ya no vamos a andar a gusto.

Quien haya perpetrado el atentado, cumplió su objetivo: sembrar el miedo, la paranoia. ¿Conviene esto a los narcos o a los guerrilleros? No creo. ¿Conviene a gobierno federal tan dado a consentir a los militares, subiéndoles el sueldo y perdonándoles la violación de algunas mujeres? ¿Conviene al gobierno local que antes invitó como asesor al alcalde derechista de New York, durante cuyo mandato se violentaron los derechos humanos de las minorías?

Y si a eso le sumamos un clima de intolerancia no solo hacía los marginados, sino también entre ellos, solo queda pensar en la configuración de un ambiente propicio para el militarismo, para el fascismo. Ciudadanos paranoicos aceptando sin mayor preocupación retenes y revisiones, intolerancia hacía los heterogéneos, y carne de cañón brindada por los miserables. ¿Le convendrá a Felipe Calderón? Se acerca 2010 y los supertisciosos le tienen miedo a los ciclos.