miércoles, 7 de diciembre de 2016

Calavera Trasmesada

(En honor a Fidel Castro Ruz)

Va una calavera trasnochada,
Pues si bien Noviembre ha muerto,
El deceso de Fidel (ésta vez sí es cierto)
Amerita, una que otra reflexionada.

 Viajó la Muerte hasta Cuba,
Acompañada del Trump,
Con un intento más del imperio
De matar a Castro Ruz;
Pues es socia de los yanquis
Y negocios, negocios son.

“¿Por qué no vienes a Cuba, un poco más frecuente?”
Pregunta Trump a la Parca
“Bastante trabajo tengo; en México tengo suerte.
Aquí no hay muerte infantil
Y gastan mucho dinero, para vencer a la muerte”.

Abren los dos su inmensa bocota
Pues es clara su derrota.

Pues la Huesuda recuerda
Que muchas veces, tuvo a Fidel a la vera
Con más de seiscientos intentos yanquis
De convertirlo en calavera.

Trump y la Parca tienen ahora su rostro contrito
Pues Fidel se burla así : “¡Qué lindo!
No me mató un pinche gringo,
Fidel Castro, se muere de viejito”.

viernes, 7 de octubre de 2016

LA RESPONSABILIDAD DE LA IZQUIERDA


Como buen candidato a la tercera edad, he tenido la tentación de hojear (más bien, ojear) las publicaciones de mis contactos en Facebook y “reaccionar” (sic, pues eso dice la sección de notificaciones) con diferentes íconos (emoticones, sic). Hacerlo podría ayudarme a no sentirme tan viejo, pues algo similar hacen los jóvenes, miembros y no del grupo conocido como millenials, presionando botones en ésta y otras redes sociales, antes que participar efectivamente en los asuntos que nos afectan. De esta manera, podría transformarme en uno de esos viejitos amargados que se la pasan quejándose el gobierno y refrendando el poder del PRI y del PAN en cada elección, con su voto, efectivo o nulo, o con su abstención. Referirme con groserías a los políticos, especialmente junto a otros ancianos a los que tampoco les quedé mucho por vivir y, en consecuencia, les importe un comino el futuro de los que vienen atrás. Como descargo tendré que los jóvenes, quienes tendrán que cargar con el fracaso de país que les estamos heredando, tampoco se preocupan mucho por cambiar ese futuro. Realmente suena tentador convertirse en un viejito amargado y acrítico.

Pero, como mal candidato a la vejez espiritual (que ya tendré suficiente con la física), de pronto reflexiono el porqué de este desinterés generalizado por el futuro ¿Cuáles son los factores que han llevado a nuestra población, joven y vieja, a permitir que un pequeño grupo de políticos y empresarios decidan su futuro? ¿Por qué hombres, mujeres, obreros, campesinos, estudiantes, incluso empresarios, no intentan buscar un cambio que mejore sus condiciones de vida y de desarrollo?

La lista de factores que encontré en mi primer intento de reflexión incluían:
  • La cultura amo-esclavo, mencionada tantas veces por (Mojarro, 1998), forjada a través de trescientos años de dominación española, y capitalizada por el PRI durante setenta años de paternalismo, corporativismo y asistencialismo;
  • La debilitación progresiva de la capacidad de análisis y de crítica de los ciudadanos mexicanos, gracias a los oficios de una secretaría de educación oficial controlada por un gobierno autoritario y un sindicato emblemático de la corrupción (SNTE), y de una secretaría de educación de facto, en la persona de Televisa, que han acostumbrado al pueblo a una televisión para “jodidos” (Monsiváis, 1993), para que el pueblo devalúe su propia imagen y en consecuencia su nivel de exigencia en todos los ámbitos, incluyendo la política y su poder adquisitivo.

Sin embargo, el factor que más me preocupa es el papel que la izquierda ha jugado en esta despolitización de la ciudadanía mexicana. ¿En qué medida la izquierda ha apoyado a la clase hegemónica para ahuyentar a los ciudadanos de la política, a abrir el margen de acción para que políticos del PRI y del PAN puedan operar sin mayores problemas? En pocos años, el PRD y otras organizaciones de izquierda han dado argumentos a esa frase gastada que disculpa a los ciudadanos por su pasividad ante la corrupción el atropello y el abuso de los poderosos: “todos los políticos son iguales”. Si bien es cierto que entre los políticos de izquierda también ha habido varios casos de corrupción (el defecto que más identifican los ciudadanos con la política), un pequeño análisis cuantitativo y comparativo nos llevaría a ver que su número y el importe de sus fechorías están muy lejos de lo que hacen sus homólogos del PRI y del PAN. De cualquier modo, los medios masivos de difusión, se encargan de amplificar los malos comportamientos de la izquierda y de minimizar los de la derecha.

Pero esto no es disculpa para juzgar el papel de la izquierda en este proceso de despolitización que refuerza uno de los mecanismos de dominación más importantes y primarios: la falta de participación de los ciudadanos en los asuntos políticos. La izquierda se alejó de los movimientos sociales y se enfocó en procesos electorales, acudiendo a las mismas prácticas que antes condenaba: acarreos, corporativismo, dádivas, toma de decisiones vertical, así como ausencia de debate y de reflexión crítica. El resultado no puede ser más lamentable: en los más de veinte años de existencia del PRD, se ha caído el poder adquisitivo de los trabajadores, se ha endurecido la represión para los movimientos radicales, se han establecido más mecanismos de control neoliberales en las empresas y en las universidades. Pero, aunque esto es grave y afecta de manera directa a la población, el problema mayor es que los instrumentos que se construyeron para defender al pueblo hoy están dispersos y más preocupados por alcanzar posiciones de poder que por cumplir con su misión original.

Adicionalmente, dentro de la compulsión por los votos, el PRD se ha aliado, y buscará hacerlo en el futuro, con el PAN, con el partido emblemático de la derecha, que comparte con el PRI un proyecto neoliberal. Nuevamente se dan argumentos al lugar común: “todos son iguales”. Ni siquiera pretenden mostrar diferencias ideológicas.

Si esto continua, el hartazgo de la gente crecerá y su falta de participación política se volverá endémica, condenando al país a un futuro de mediocridad y de injusticias. No extraña que el PRI, el PAN y las televisoras estén promoviendo esta despolitización; ese es su papel. Así es como ganan ellos. Pero ¿la izquierda? ¿Qué gana con esta entrega del poder de decidir el destino de México, a un pequeño grupo de políticos y de empresarios? Posiciones para algunos de ellos, acaso. Sin embargo, esa no es la tarea de la izquierda. No es convertirse en una agencia de empleo o en una bolsa en la que se negocien privilegios contra gobernabilidad. Es debilitar las estructuras de dominación (Villoro, 2007) que impiden el desarrollo de los seres humanos, y que los condenan a condiciones de vida mediocres o incluso miserables.

Por supuesto que la izquierda tiene una gran responsabilidad en el desencanto por la política y en la falta de participación ciudadana. Mayor que el PRI, el PAN y las televisoras. Porque ellos cumplen con su papel; no podíamos esperar otra cosa de la derecha. Es responsabilidad de la izquierda fomentar la participación política de los ciudadanos, al menos ejecutando las siguientes acciones:
  • Actuando de manera congruente cuando se ocupan posiciones de poder: sin corrupción, sin abusos, y trabajando para debilitar las estructuras de dominación.
  • Acercándose a las necesidades cotidianas y demandas urgentes de la población para apoyarlas en la resolución de estos problemas.
  • Formando comités de base que permitan la participación de los ciudadanos, primeramente en sus ámbitos inmediatos (la colonia, el trabajo, la escuela, el sindicato, el ejido, la asociación, el club, el equipo deportivo, etc.), y después en los espacios que también los afectan; entre ellos, los tres niveles de gobierno.

La izquierda mexicana no debe continuar apoyando a la derecha en su proyecto de despolitización de los ciudadanos. Tiene la responsabilidad de buscar lo opuesto: la participación política de todos. Aunque eso deje sin pretexto al viejito amargado y acrítico en que me pienso convertir. 

Trabajos citados

Mojarro, T. (1998). ¡Mis valedores! Al poder popular. México: Grijalbo.
Monsiváis, C. (15 de febrero de 1993). Televisa y la clase media. Proceso.
Villoro, L. (2007). Los retos de la sociedad por venir. Ensayos sobre justicia, democracia y multiculturalismo. México: Fondo de Cultura Económica.



jueves, 7 de julio de 2016

PROPUESTA DE PLAN DE TRABAJO HACIA LAS ELECCIONES FEDERALES DE 2018.


Introducción.
Como respuesta a la amable de invitación de un grupo de compañeros exmilitantes del PMT, para discutir la posición y estrategia que debe seguir la izquierda frente a las elecciones de 2018, presenté este documento, que contiene mi análisis de la realidad política y una propuesta de un plan de trabajo que permita a la izquierda cumplir con su responsabilidad histórica.

Definiciones.
Para efectos de este documento proponemos la definición de izquierda del maestro Luis Villoro, fundador del PMT: “Una actitud colectiva contra la dominación”

“… Por eso una postura de izquierda  es necesariamente crítica en la reflexión, disruptiva en la acción.
“Frente al poder impositivo dominante, la izquierda tiene que oponer un contrapoder… Cuando deja de ser oposición y llega a una posición política en que puede imponer su poder, su gobierno sólo tiene sentido si se ejerce para contribuir a hacer desaparecer las condiciones y estructuras de dominación.” (Villoro, 2007).

Esta definición es lo suficiente amplia para dar cabida a movimientos y organizaciones sociales, así como a partidos políticos que busquen una nueva sociedad, y que ejerzan un contrapoder frente al poder establecido; y lo suficientemente precisa para acotar los límites del ejercicio político cuando no ejerce un contrapoder o cuando no trabaja para eliminar las condiciones y estructuras de dominación.

Antecedentes.
La izquierda mexicana, que cumple con la definición inicial, se compone básicamente de dos grandes ríos que corren uno al lado del otro, hacia el mismo océano, pero por diferentes cursos. Esto ocasiona que a veces viajen a diferente velocidad; o que uno tenga menos codos o cascadas que el otro. Por un lado están los movimientos y organizaciones sociales que buscan mejoras para necesidades específicas de la población, sin que esto implique la conquista del poder político. Del otro lado están las organizaciones y partidos políticos que buscan acceder al poder político para modificar sustancialmente y de manera amplia las estructuras y condiciones de dominación que la clase dominante ha impuesto en el país.

Si bien, el proceso electoral de 2018 es eminentemente político y será protagonizado por partidos y organizaciones políticos, debemos ser claros en la existencia del otro grupo de movimientos y organizaciones de izquierda, pues parte del desdibujado ideológico que padece la izquierda partidista tiene que ver con el hecho de que el PRD se alejó de estos movimientos y organizaciones para concentrarse en la lucha electoral.

Dado que definimos a la izquierda como una actitud colectiva, es difícil descalificar a todas las organizaciones, movimientos y partidos que se han planteado como meta la lucha contra la dominación, por las acciones de sus aparatos de dirección. En cambio, sí puede dejar fuera a aquellas organizaciones clientelares cuya supervivencia depende de la preservación de condiciones y estructuras de dominación.


Estrategia hacía 2018.
Para la elaboración de la estrategia hacia 2018, nos valdremos de un método muy simple: fijar primero los objetivos últimos, definir el escenario que buscamos, la razón real de la existencia de la izquierda; y de ahí regresar hasta el presente, descubriendo qué es lo que necesitamos para llega a ese objetivo final.

Objetivo final.
El objetivo final de la lucha hacia 2018 debe ser contribuir de manera trascendente a desaparecer las condiciones y estructuras de dominación, de forma tal que se eleven de manera efectiva y tangible la calidad de vida y las oportunidades de desarrollo de los mexicanos.

Objetivo electoral.
Para tener la capacidad de ejecutar esa transformación, la izquierda deber ganar la presidencia de la república y alcanzar una mayoría en el Congreso que le permita conseguir la aprobación de leyes en este sentido.

Unidad de izquierda.
Como bien señala (Hernández B., 2016), los resultados de las elecciones recientes, analizados junto con los de 2012, nos indican que la izquierda está en seria desventaja numérica frente a la derecha, conformada por el PRI y el PAN.

A pesar de mis críticas al PRD, este organismo cumple con la definición de izquierda, en el sentido de una actitud colectiva contra la dominación, independientemente de la postura negociadora de muchos de sus líderes. Además, si bien la creación de Morena le ha restado cerca de la mitad de sus militantes, se sostiene como una fuerza importante, al menos en el terreno electoral.

Tampoco podemos calificar a Morena como una organización de izquierda perfecta. Es una organización vertical y, en algunos casos como el de Ecatepec, recurre a tácticas clientelares que no apoyan a desaparecer las condiciones de dominación, si no que antes las preservan y las aprovechan. Pero ambas, PRD y Morena, son las organizaciones de izquierda con esa actitud colectiva contra la dominación con mayor presencia y fuerza en el país.

Sin embargo, la participación separada en las elecciones de 2018 de Morena y del PRD llevaría a resultados desastrosos, pues ninguno de ellos cuenta con la fuerza suficiente para aspirar de manera real a la presidencia de la república o a una mayoría efectiva en el congreso. Deben ir juntos. Y no sólo eso, deben aliarse con todas las demás fuerzas de izquierda, electorales y no: sindicatos, movimientos campesinos, estudiantiles, de mujeres, de colonos y todos los que la situación política y económica del país ha hecho necesarios. No se debe repetir el error del PRD, que se alejó de las luchas sociales. Pero tampoco se deben usar estas organizaciones y movimientos sociales de manera clientelar, como lo ha hecho el PRI por décadas. Ésta no es una postura de izquierda, si no una actividad eminentemente derechista, en el sentido de que preserva las condiciones y estructuras de dominación, y en último caso cínica, pues se aprovecha de la necesidad de la gente.

Plataforma.
Por esto es importante el paso anterior: la elaboración de una plataforma política mínima, que contenga definiciones claramente de izquierda, acordada entre todos los partidos y organizaciones participantes. Si no llegamos a las elecciones de 2018 con una plataforma clara, definida y abiertamente de izquierda, nos confundiremos en esa desideologización electoral que tan fácilmente confunde al ciudadano; al grado que le da igual votar por la izquierda que por el PRI, el PAN o alguno de sus partidos comparsas (León G., 2016). Debemos presentarnos como una opción claramente diferente con propuestas de transformación definidas y entendibles por la población.

Candidatos.
Otro lastre que ha cargado la izquierda electoral ha sido la elección de sus candidatos. Desde los métodos de asignación al más puro estilo príista (por “dedazo”), hasta la presentación de militantes de partidos opuestos ideológica e históricamente a la izquierda. Lógicamente, muchos de estos candidatos, al llegar al poder, ejecutan acciones de gobierno consecuentes con la ideología en la que militaron hasta pocos meses antes de la elección. El costo político de estas tácticas cortoplacistas es muy alto; tanto a nivel de la militancia y simpatizantes de la izquierda, como del electorado en general, que no tiene manera de ver diferencia alguna entre los políticos del PRI y de la izquierda. Si bien, el PRD se forma luego de una escisión del PRI, y ha retomado algunos cuadros relevantes de este partido, esto no implica que todos los relegados de candidaturas de este partido, son realmente una opción de cambio. En general, su permanencia por muchos años en el PRI puede revelar que no tienen una actitud contra la dominación.

Por lo que toca a los candidatos militantes de la organización de izquierda, regularmente a niveles con menor proyección mediática, los métodos de selección han incluido la designación directa por la dirección del partido, las negociaciones ocultas entre grupos y el acarreo de votantes a asambleas en las que el debate es inexistente.

La izquierda debe presentar candidatos con ética, conocimientos y capacidad y voluntad de transformación. Deben representar una opción clara de transformación para el pueblo, y deben provenir de procesos de selección sin los vicios mencionados en el párrafo anterior. Sin diferenciación y sin transparencia, es decir sin cambios, no podemos esperar que los ciudadanos voten por la izquierda.

Mecanismos.
En la sección anterior se propone que la izquierda se presente como una opción verdadera, diferenciable  y confiable, con una plataforma política mínima y con candidatos presentables. También se enumeran algunos de los vicios y obstáculos para lograr esto. Evidentemente, los mecanismos que la izquierda ha utilizado últimamente no han sido los mejores. Se requieren mecanismos transparentes y democráticos para la elaboración.

Se puede argumentar que la izquierda ya no es el de tamaño de los pequeños grupos de los setentas y que llegar a acuerdos entre cientos de miles de militantes, puede sonar impráctico y sumamente lento. Pero no por eso debemos aceptar los métodos verticales, de negociaciones ocultas y de acarreo que tanto han dañado la imagen de la izquierda, y que han desperdiciado por años las oportunidades de transformación que  se han ganado en las urnas.

Debemos crear mecanismos ágiles de creación de acuerdos que permitan la participación piramidal de todos los militantes en debates abiertos, sin menoscabo de los tiempos. Debates que vayan desde discusiones al interior de los comités de base, hasta nivel estatal y nacional. No somos tan poco numerosos como en hace décadas, pero entonces no contábamos ni con los recursos económicos y con las facilidades que hoy nos ofrece la tecnología.

Proponemos la creación de mecanismos piramidales de discusión abierta que aprovechen la tecnología para agilizar los debates, sin menoscabo de la participación de los militantes.

Mediador.
Dada la cuasi sempiterna división de la izquierda, y el encono que han tomado las dos principales fuerzas de izquierda en el país, es necesario que exista un mediador entre los grupos. Un mediador con autoridad moral reconocida por los grupos de izquierda y de manera general. Un mediador que presente los mecanismos de elección de candidatos y de elaboración colaborativa de la plataforma política mínima, y que supervise su aplicación correcta.

Este mediador podrá apoyarse con el trabajo de los que suscriben este documento, o bien por un equipo que se elija, siempre y cuando se busque cumplir con criterios de imparcialidad y actitud colectiva hacia la transformación cualitativa de las condiciones y estructuras de dominación que prevalecen en el actual sistema político neoliberal mexicano.

Conclusión.
El camino hacia 2018, pasa por varios escenarios que debemos cumplir si queremos que la izquierda juegue un papel relevante en las elecciones de ese año, y ejecute su papel histórico. La siguiente gráfica resume la estrategia propuesta.
  

Trabajos citados

Hernández B., R. (21 de junio de 2016). Por la unidad de izquierda rumbo al 2018. Recuperado el 24 de junio de 2016, de https://drive.google.com/open?id=0B0CSXP08RqXqVUZCR051MUdKbTQ
León G., J. L. (10 de junio de 2016). Mezcla de ideologías. Recuperado el 24 de junio de 2016, de http://joseluisleongomez.blogspot.mx/2016/06/mezcla-de-ideologias.html
Villoro, L. (2007). Los retos de la sociedad por venir. Ensayos sobre justicia, democracia y multiculturalismo. México: Fondo de Cultura Económica.



domingo, 3 de julio de 2016

¡Listo el libro de cuentos!


Ya está a la venta el libro de cuentos "Poliedro", de su servidor José Luis León Gómez:




Lo pueden adquirir con el autor del libro de este blog, en las ferias de libro, o directamente en el sitio web de Editorial Alebrijez

Espero lo disfruten.

José Luis León Gómez.

viernes, 24 de junio de 2016

Rebasados por la derecha


Ahora que el PRD anda de amiguito del PAN, y no es improbable que un día lo haga con el PRI[i], podría copiarles algunas cosas, que uno esperaría del lado izquierdo del espectro político.

En esta confusión y autonegación de ideologías, vemos un PRD que es rebasado con facilidad por sus enemigos históricos e ideológicos. Por una parte, hay gente el PRI más consciente de lo que significa el PAN, cosa que el PRD ignora o finge no saber. En entrevista para Proceso, César Augusto Santiago, militante príista de medio siglo, que ha escrito libros sobre este partido, recuerda que el PAN fue creado como oposición al proyecto progresista de Lázaro Cárdenas, que “esa es la razón de ser de ese partido” (Olmos, 2016).

Incluso el candidato panista ganador de la gubernatura de Chihuahua, sin alianza con el PRD,  declara que entiende la posición de López Obrador “para no hacer coaliciones con el PRI y para ser congruente”; aunque por supuesto y de manera muy consecuente, manifiesta sus diferencias. No en balde milita en un partido en el extremo contrario del espectro político (Mayorga, 2016).

Del lado de izquierda es dónde no percibimos autocrítica ni, mucho menos, una definición clara como opción política. Si bien su estrategia de alianzas posicionará a los dirigentes del PRD dentro de la clase política del país, al pueblo le darás los mismos resultados que haber votado por el PAN o por el PRI. Un ejemplo temprano: “su” candidato ganador en Veracruz, un príista abanderado por el PAN, ya declaró que pondrá un militar, que le recomiende la Secretaría de la Defensa Nacional, al frente de la seguridad pública; una medida plenamente entendible en un derechista, que llegó al poder por el PAN, y que en consecuencia privilegia el orden. Difícilmente se podrá argumentar que esta medida es de izquierda, en una entidad que ha padecido la violencia de estado, incluso con la presunta violación de una anciana, por parte de militares.

El PRD ha sido rebasado electoralmente por Morena en varios lugares, por la realidad en varios estados y ahora incluso en la congruencia del discurso por los enemigos históricos e ideológicos de la izquierda. Desdibujada su ideología, se puede convertir en una máquina de puestos políticos para sus dirigentes y para los políticos de otros partidos que no alcanzan allá las posiciones que buscan. Seguramente la dirigencia del PRD argumentará nuevamente que esta estrategia permitirá quitar primero al PRI, a la vez que se van conquistando pequeñas posiciones, en oposición a la megalomanía de López Obrador; y que un día no muy lejano, se alcanzará la justicia social. Por desgracia, la realidad no es buena aliada de los líderes del PRD. Una y otra vez han llevado príistas al poder y los resultados han sido desastrosos en la mayor parte de los casos. Bueno, para los ciudadanos, porque a ellos les ha ido muy bien. No tienen razón para hacerlo distinto.

Referencias

Mayorga, P. (12 de Junio de 2016). César Duarte a juicio. Proceso, 22-23.
Olmos, J. G. (12 de Junio de 2016). El PRI, un partido mudo, sin idelología. Proceso, 12-14.





[i] Al menos en la elección municipal de San Miguel Allende, en 2012, el PRD fue en alianza con el PRI y con el Partido Verde.

viernes, 10 de junio de 2016

Mezcla de ideologías.

Le pregunté al compañero que pinta los raspones y reparaciones que de vez en cuando requiere mi coche, qué color resultaba de mezclar amarillo con azul. No sin un dejo de dejo de sospecha de que yo estuviera tratando de invadir su especialidad, me respondió que el color resultante sería verde; el color que presume un partido nada ecologista que ha sobrevivido gracias a las continuas alianzas con el PRI. Vaya coincidencias del oficio de la pintura con las negociaciones políticas del PRD. Un partido con  emblema amarillo que llevó al partido de color azul a varias gubernaturas en las elecciones del domingo pasado.

Al interior del PRD se debate si para las elecciones federales de 2018, que incluyen la presidencia, se alían con el PAN o con Morena, el partido dirigido por López Obrador. Si queremos jugar a las predicciones, podemos utilizar el siguiente dato como indicativo: el PRD y el PAN ven muy probable aliarse para las elecciones locales del Estado de México en 2017.

¿Cuál es entonces la posición ideológica que ofrece el PRD a la ciudadanía, si lo mismo puede aliarse con el partido de la derecha mexicana, que con un movimiento surgido de sus propias filas? Pero aún, si es más alta la probabilidad de una alianza con el PAN que con Morena, en virtud del escenario que exploran para las elecciones mexiquenses de 2017, y la rivalidad manifiesta entre López Obrador y Los Chuchos, grupo que controla el PRD.

Para un pueblo que ya ha sido desideologizado a través de la ignorancia por Televisa, de manera activa, y por el sistema educativo nacional, de manera pasiva, esta confusión de ideologías refuerza lugares comunes como el que reza que “todos los políticos son iguales”. Y aunque algunos tratemos de convencer a los conocidos de la falsedad de ésta y cualquier otra generalización, los mismos partidos, como el PRD, nos dejan sin argumentos.

Un PRD que va con su antípoda ideológico a las elecciones. Un PAN que coincide plenamente en las estrategias neoliberales del PRI. Un PRI que, a través de Labastida, culpa de su derrota a la iniciativa sobre matrimonio igualitario, cayendo en el mismo terreno moralista del PAN. Y Morena con un dirigente vertical que es sumamente conservador cuando se trata de temas como éstos, pues prioriza el valor de la honestidad y la lucha contra la corrupción.

Hoy por hoy, uno de los mayores problemas del país es el económico. Marx decía que las relaciones económicas determinaban las relaciones sociales. Nosotros padecemos hoy, en lo social, en lo educativo, en el tema de seguridad pública, las consecuencias de una economía que sólo crece en lo macro y que no refleja beneficios para la mayoría de la población. Solamente Morena ofrece la alternativa de fortalecer el mercado interno, frente a la política económica neoliberal enarbolada por el PAN, implementada por el PRI, y ahora apoyada electoralmente por el PRD. Es decir, solamente hay dos opciones y una de ellas es enarbolada por tres de los partidos más fuertes del país.

Esta mezcla de ideologías se convierte en confusión para los ciudadanos ¿Qué diferencia para la situación económica de los trabajadores hace votar por el PRI o por el PAN? ¿O por el PRD si va en alianza con el PAN? ¿Qué ganan los indígenas, las mujeres y los homosexuales si votan por el PRI o por el PAN si en ambos partidos hay dirigentes que los discriminan? Y nuevamente ¿qué obtienen si votan por Morena con un dirigente vertical que posterga estas demandas? ¿O si eligen al PRD que apoya al PAN?


Tristemente, esta mezcla y confusión de ideologías, en servicio de un pragmatismo político que solamente busca escalar posiciones en el gobierno, sustenta el lugar común que citamos líneas arriba y fomenta el abstencionismo y el desinterés de los ciudadanos, dejando a los políticos solos, con todo el poder para decidir nuestros destinos. Bueno, de eso se trata ¿o no? Eso es lo que quieren ellos y para eso es que han armado este enredo de ideologías. Que los dejemos solos. La pregunta es cuántos de nosotros vamos a permitirlo.

miércoles, 8 de junio de 2016

La cómoda autopista de las alianzas


En la izquierda mexicana, pasamos del pedregoso camino de la unidad a la cómoda autopista de las alianzas. En los setentas y ochentas lo complicado era sentar a dos grupos de izquierda, y que llegaran a acuerdos en tiempos terrenales, sin que las descalificaciones lleVaran al rompimiento de la conversación.

Hoy tenemos grupos y partidos que, al menos por su dicho y denominación, se ubican a la izquierda del espectro político de nuestro país, y que no dudan en aliarse con sus enemigos ideológicos de la derecha, para llevar al poder a personajes que apenas hace unos meses militaban en el partido enemigo histórico de la izquierda: el PRI. Y si la alianza no cuaja, entonces el partido de “izquierda” presenta como suyo a un político que tuvo que salirse el partido al que tanto se combatió en el pasado, por la sencilla razón que allí no le dieron la candidatura que el partido de “izquierda” sí le ve a otorgar; aun a costa de sus propios militantes, algunos de ellos con décadas de compromiso probado con las luchas sociales.

El argumento es que un partido de izquierda solo, difícilmente va a alcanzar el poder en las condiciones actuales; o que si lo lograra, no tendría capacidad de defender su triunfo. Los casos de Cuauhtémoc Cárdenas en 1988, y de López Obrador en 2006, parecen demostrarlo. Siguiendo una lógica muy acomodaticia, se concluye que la única manera de alcanzar el poder, a nivel local al menos, es con el apoyo de grupos ideológica o históricamente opuestos a los movimientos populares. Estos grupos pueden tener registro electoral, o pueden ser organizaciones asociadas tradicionalmente al PRI, o bien grupos de poder que apoyan a políticos de este partido, en relaciones de beneficio mutuo, no siempre aplaudibles.

Así, el PRD llevó a la gubernatura de Guerrero al secretario de gobierno príista, que estaba en el poder cuando la matanza de Aguas Blancas. Ahora, se lleva a la gubernatura de Quintana Roo, a un exmilitante del PRI, que dejó de serlo porque no lo nombraron candidato a gobernador en el partido en el que militó por tantos años. En Veracruz, se lleva al poder a un miembro de la familia Yunes, que hasta hace unos meses era parte del PRI. En ambos casos, es el PAN el que lleva la mano y se cuelga las medallas y, es de suponerse, se quedará con la mayor parte de las posiciones de poder en esos gabinetes estatales. Triste paradoja: Quintana Roo lleva este nombre en honor de un gobernador socialista. Hoy el PRD apoya al partido de derecha a llevar la ideología príista a gobernar este estado.


Acostumbrados a la comodidad que les preserva sus privilegios, estos modernos “izquierdistas” ya planean cómo armar una alianza con el PAN para las elecciones del Estado de México en 2017 ¿Quién será el candidato de esta alianza izquierda-derecha? ¿Algún perredista? ¿Un panista renombrado? ¿O un príista del grupo de Eruviel Ávila? Dada la experiencia de éstas y otras ya pasadas elecciones, es muy probable que ocurra la última opción.  A el grupo Atlacomulco le toca su turno y querrá llevar a Del Mazo a alguien de su estructura a la gubernatura. No faltarán los príistas que, una vez relegados por su propio partido, reciban la oferta de candidatura por la “izquierda” moderna, aliada con la derecha. Cualquier parecido con el momento que un grupo de mexicanos viajaron a Europa para solicitar a Maximiliano que fuera emperador de México, no es simple coincidencia. Es que la gente aprende de la historia lo que conviene a sus intereses.