viernes, 10 de junio de 2016

Mezcla de ideologías.

Le pregunté al compañero que pinta los raspones y reparaciones que de vez en cuando requiere mi coche, qué color resultaba de mezclar amarillo con azul. No sin un dejo de dejo de sospecha de que yo estuviera tratando de invadir su especialidad, me respondió que el color resultante sería verde; el color que presume un partido nada ecologista que ha sobrevivido gracias a las continuas alianzas con el PRI. Vaya coincidencias del oficio de la pintura con las negociaciones políticas del PRD. Un partido con  emblema amarillo que llevó al partido de color azul a varias gubernaturas en las elecciones del domingo pasado.

Al interior del PRD se debate si para las elecciones federales de 2018, que incluyen la presidencia, se alían con el PAN o con Morena, el partido dirigido por López Obrador. Si queremos jugar a las predicciones, podemos utilizar el siguiente dato como indicativo: el PRD y el PAN ven muy probable aliarse para las elecciones locales del Estado de México en 2017.

¿Cuál es entonces la posición ideológica que ofrece el PRD a la ciudadanía, si lo mismo puede aliarse con el partido de la derecha mexicana, que con un movimiento surgido de sus propias filas? Pero aún, si es más alta la probabilidad de una alianza con el PAN que con Morena, en virtud del escenario que exploran para las elecciones mexiquenses de 2017, y la rivalidad manifiesta entre López Obrador y Los Chuchos, grupo que controla el PRD.

Para un pueblo que ya ha sido desideologizado a través de la ignorancia por Televisa, de manera activa, y por el sistema educativo nacional, de manera pasiva, esta confusión de ideologías refuerza lugares comunes como el que reza que “todos los políticos son iguales”. Y aunque algunos tratemos de convencer a los conocidos de la falsedad de ésta y cualquier otra generalización, los mismos partidos, como el PRD, nos dejan sin argumentos.

Un PRD que va con su antípoda ideológico a las elecciones. Un PAN que coincide plenamente en las estrategias neoliberales del PRI. Un PRI que, a través de Labastida, culpa de su derrota a la iniciativa sobre matrimonio igualitario, cayendo en el mismo terreno moralista del PAN. Y Morena con un dirigente vertical que es sumamente conservador cuando se trata de temas como éstos, pues prioriza el valor de la honestidad y la lucha contra la corrupción.

Hoy por hoy, uno de los mayores problemas del país es el económico. Marx decía que las relaciones económicas determinaban las relaciones sociales. Nosotros padecemos hoy, en lo social, en lo educativo, en el tema de seguridad pública, las consecuencias de una economía que sólo crece en lo macro y que no refleja beneficios para la mayoría de la población. Solamente Morena ofrece la alternativa de fortalecer el mercado interno, frente a la política económica neoliberal enarbolada por el PAN, implementada por el PRI, y ahora apoyada electoralmente por el PRD. Es decir, solamente hay dos opciones y una de ellas es enarbolada por tres de los partidos más fuertes del país.

Esta mezcla de ideologías se convierte en confusión para los ciudadanos ¿Qué diferencia para la situación económica de los trabajadores hace votar por el PRI o por el PAN? ¿O por el PRD si va en alianza con el PAN? ¿Qué ganan los indígenas, las mujeres y los homosexuales si votan por el PRI o por el PAN si en ambos partidos hay dirigentes que los discriminan? Y nuevamente ¿qué obtienen si votan por Morena con un dirigente vertical que posterga estas demandas? ¿O si eligen al PRD que apoya al PAN?


Tristemente, esta mezcla y confusión de ideologías, en servicio de un pragmatismo político que solamente busca escalar posiciones en el gobierno, sustenta el lugar común que citamos líneas arriba y fomenta el abstencionismo y el desinterés de los ciudadanos, dejando a los políticos solos, con todo el poder para decidir nuestros destinos. Bueno, de eso se trata ¿o no? Eso es lo que quieren ellos y para eso es que han armado este enredo de ideologías. Que los dejemos solos. La pregunta es cuántos de nosotros vamos a permitirlo.

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