Introducción.
Como respuesta a la amable de invitación de un grupo de compañeros exmilitantes del PMT, para discutir la posición y estrategia que debe seguir la izquierda frente a las elecciones de 2018, presenté este documento, que contiene mi análisis de la realidad política y una propuesta de un plan de trabajo que permita a la izquierda cumplir con su responsabilidad histórica.
Definiciones.
Para efectos de este documento
proponemos la definición de izquierda del maestro Luis Villoro, fundador del
PMT: “Una actitud colectiva contra la dominación”
“… Por eso una
postura de izquierda es necesariamente
crítica en la reflexión, disruptiva en la acción.
“Frente al
poder impositivo dominante, la izquierda tiene que oponer un contrapoder…
Cuando deja de ser oposición y llega a una posición política en que puede
imponer su poder, su gobierno sólo tiene sentido si se ejerce para contribuir a
hacer desaparecer las condiciones y estructuras de dominación.” (Villoro,
2007) .
Esta definición es lo suficiente
amplia para dar cabida a movimientos y organizaciones sociales, así como a
partidos políticos que busquen una nueva sociedad, y que ejerzan un contrapoder
frente al poder establecido; y lo suficientemente precisa para acotar los límites
del ejercicio político cuando no ejerce un contrapoder o cuando no trabaja para
eliminar las condiciones y estructuras de dominación.
Antecedentes.
La izquierda mexicana, que cumple
con la definición inicial, se compone básicamente de dos grandes ríos que
corren uno al lado del otro, hacia el mismo océano, pero por diferentes cursos.
Esto ocasiona que a veces viajen a diferente velocidad; o que uno tenga menos
codos o cascadas que el otro. Por un lado están los movimientos y
organizaciones sociales que buscan mejoras para necesidades específicas de la
población, sin que esto implique la conquista del poder político. Del otro lado
están las organizaciones y partidos políticos que buscan acceder al poder
político para modificar sustancialmente y de manera amplia las estructuras y
condiciones de dominación que la clase dominante ha impuesto en el país.
Si bien, el proceso electoral de
2018 es eminentemente político y será protagonizado por partidos y
organizaciones políticos, debemos ser claros en la existencia del otro grupo de
movimientos y organizaciones de izquierda, pues parte del desdibujado
ideológico que padece la izquierda partidista tiene que ver con el hecho de que
el PRD se alejó de estos movimientos y organizaciones para concentrarse en la
lucha electoral.
Dado que definimos a la izquierda
como una actitud colectiva, es difícil descalificar a todas las organizaciones,
movimientos y partidos que se han planteado como meta la lucha contra la
dominación, por las acciones de sus aparatos de dirección. En cambio, sí puede
dejar fuera a aquellas organizaciones clientelares cuya supervivencia depende
de la preservación de condiciones y estructuras de dominación.
Estrategia hacía 2018.
Para la elaboración de la
estrategia hacia 2018, nos valdremos de un método muy simple: fijar primero los
objetivos últimos, definir el escenario que buscamos, la razón real de la
existencia de la izquierda; y de ahí regresar hasta el presente, descubriendo
qué es lo que necesitamos para llega a ese objetivo final.
Objetivo final.
El objetivo final de la lucha
hacia 2018 debe ser contribuir de manera trascendente a desaparecer las
condiciones y estructuras de dominación, de forma tal que se eleven de manera
efectiva y tangible la calidad de vida y las oportunidades de desarrollo de los
mexicanos.
Objetivo electoral.
Para tener la capacidad de
ejecutar esa transformación, la izquierda deber ganar la presidencia de la
república y alcanzar una mayoría en el Congreso que le permita conseguir la
aprobación de leyes en este sentido.
Unidad de izquierda.
Como bien señala (Hernández B., 2016) , los resultados de
las elecciones recientes, analizados junto con los de 2012, nos indican que la
izquierda está en seria desventaja numérica frente a la derecha, conformada por
el PRI y el PAN.
A pesar de mis críticas al PRD,
este organismo cumple con la definición de izquierda, en el sentido de una
actitud colectiva contra la dominación, independientemente de la postura
negociadora de muchos de sus líderes. Además, si bien la creación de Morena le
ha restado cerca de la mitad de sus militantes, se sostiene como una fuerza
importante, al menos en el terreno electoral.
Tampoco podemos calificar a
Morena como una organización de izquierda perfecta. Es una organización
vertical y, en algunos casos como el de Ecatepec, recurre a tácticas
clientelares que no apoyan a desaparecer las condiciones de dominación, si no
que antes las preservan y las aprovechan. Pero ambas, PRD y Morena, son las
organizaciones de izquierda con esa actitud colectiva contra la dominación con
mayor presencia y fuerza en el país.
Sin embargo, la participación
separada en las elecciones de 2018 de Morena y del PRD llevaría a resultados
desastrosos, pues ninguno de ellos cuenta con la fuerza suficiente para aspirar
de manera real a la presidencia de la república o a una mayoría efectiva en el
congreso. Deben ir juntos. Y no sólo eso, deben aliarse con todas las demás
fuerzas de izquierda, electorales y no: sindicatos, movimientos campesinos,
estudiantiles, de mujeres, de colonos y todos los que la situación política y
económica del país ha hecho necesarios. No se debe repetir el error del PRD,
que se alejó de las luchas sociales. Pero tampoco se deben usar estas
organizaciones y movimientos sociales de manera clientelar, como lo ha hecho el
PRI por décadas. Ésta no es una postura de izquierda, si no una actividad
eminentemente derechista, en el sentido de que preserva las condiciones y
estructuras de dominación, y en último caso cínica, pues se aprovecha de la
necesidad de la gente.
Plataforma.
Por esto es importante el paso
anterior: la elaboración de una plataforma política mínima, que contenga
definiciones claramente de izquierda, acordada entre todos los partidos y
organizaciones participantes. Si no llegamos a las elecciones de 2018 con una
plataforma clara, definida y abiertamente de izquierda, nos confundiremos en
esa desideologización electoral que tan fácilmente confunde al ciudadano; al
grado que le da igual votar por la izquierda que por el PRI, el PAN o alguno de
sus partidos comparsas (León G., 2016) . Debemos
presentarnos como una opción claramente diferente con propuestas de
transformación definidas y entendibles por la población.
Candidatos.
Otro lastre que ha cargado la
izquierda electoral ha sido la elección de sus candidatos. Desde los métodos de
asignación al más puro estilo príista (por “dedazo”), hasta la presentación de
militantes de partidos opuestos ideológica e históricamente a la izquierda. Lógicamente,
muchos de estos candidatos, al llegar al poder, ejecutan acciones de gobierno
consecuentes con la ideología en la que militaron hasta pocos meses antes de la
elección. El costo político de estas tácticas cortoplacistas es muy alto; tanto
a nivel de la militancia y simpatizantes de la izquierda, como del electorado
en general, que no tiene manera de ver diferencia alguna entre los políticos
del PRI y de la izquierda. Si bien, el PRD se forma luego de una escisión del
PRI, y ha retomado algunos cuadros relevantes de este partido, esto no implica
que todos los relegados de candidaturas de este partido, son realmente una
opción de cambio. En general, su permanencia por muchos años en el PRI puede
revelar que no tienen una actitud contra la dominación.
Por lo que toca a los candidatos
militantes de la organización de izquierda, regularmente a niveles con menor
proyección mediática, los métodos de selección han incluido la designación
directa por la dirección del partido, las negociaciones ocultas entre grupos y
el acarreo de votantes a asambleas en las que el debate es inexistente.
La izquierda debe presentar
candidatos con ética, conocimientos y capacidad y voluntad de transformación.
Deben representar una opción clara de transformación para el pueblo, y deben
provenir de procesos de selección sin los vicios mencionados en el párrafo
anterior. Sin diferenciación y sin transparencia, es decir sin cambios, no
podemos esperar que los ciudadanos voten por la izquierda.
Mecanismos.
En la sección anterior se propone
que la izquierda se presente como una opción verdadera, diferenciable y confiable, con una plataforma política
mínima y con candidatos presentables. También se enumeran algunos de los vicios
y obstáculos para lograr esto. Evidentemente, los mecanismos que la izquierda
ha utilizado últimamente no han sido los mejores. Se requieren mecanismos
transparentes y democráticos para la elaboración.
Se puede argumentar que la
izquierda ya no es el de tamaño de los pequeños grupos de los setentas y que
llegar a acuerdos entre cientos de miles de militantes, puede sonar impráctico
y sumamente lento. Pero no por eso debemos aceptar los métodos verticales, de
negociaciones ocultas y de acarreo que tanto han dañado la imagen de la
izquierda, y que han desperdiciado por años las oportunidades de transformación
que se han ganado en las urnas.
Debemos crear mecanismos ágiles
de creación de acuerdos que permitan la participación piramidal de todos los
militantes en debates abiertos, sin menoscabo de los tiempos. Debates que vayan
desde discusiones al interior de los comités de base, hasta nivel estatal y
nacional. No somos tan poco numerosos como en hace décadas, pero entonces no
contábamos ni con los recursos económicos y con las facilidades que hoy nos
ofrece la tecnología.
Proponemos la creación de
mecanismos piramidales de discusión abierta que aprovechen la tecnología para
agilizar los debates, sin menoscabo de la participación de los militantes.
Mediador.
Dada la cuasi sempiterna división
de la izquierda, y el encono que han tomado las dos principales fuerzas de
izquierda en el país, es necesario que exista un mediador entre los grupos. Un
mediador con autoridad moral reconocida por los grupos de izquierda y de manera
general. Un mediador que presente los mecanismos de elección de candidatos y de
elaboración colaborativa de la plataforma política mínima, y que supervise su
aplicación correcta.
Este mediador podrá apoyarse con
el trabajo de los que suscriben este documento, o bien por un equipo que se
elija, siempre y cuando se busque cumplir con criterios de imparcialidad y
actitud colectiva hacia la transformación cualitativa de las condiciones y
estructuras de dominación que prevalecen en el actual sistema político
neoliberal mexicano.
Conclusión.
El camino hacia 2018, pasa por
varios escenarios que debemos cumplir si queremos que la izquierda juegue un
papel relevante en las elecciones de ese año, y ejecute su papel histórico. La
siguiente gráfica resume la estrategia propuesta.
Trabajos citados
Hernández B., R. (21 de junio de 2016). Por la unidad
de izquierda rumbo al 2018. Recuperado el 24 de junio de 2016, de
https://drive.google.com/open?id=0B0CSXP08RqXqVUZCR051MUdKbTQ
León G., J. L. (10 de
junio de 2016). Mezcla de ideologías. Recuperado el 24 de junio de
2016, de
http://joseluisleongomez.blogspot.mx/2016/06/mezcla-de-ideologias.html
Villoro, L. (2007). Los
retos de la sociedad por venir. Ensayos sobre justicia, democracia y
multiculturalismo. México: Fondo de Cultura Económica.
No hay comentarios:
Publicar un comentario