jueves, 7 de julio de 2016

PROPUESTA DE PLAN DE TRABAJO HACIA LAS ELECCIONES FEDERALES DE 2018.


Introducción.
Como respuesta a la amable de invitación de un grupo de compañeros exmilitantes del PMT, para discutir la posición y estrategia que debe seguir la izquierda frente a las elecciones de 2018, presenté este documento, que contiene mi análisis de la realidad política y una propuesta de un plan de trabajo que permita a la izquierda cumplir con su responsabilidad histórica.

Definiciones.
Para efectos de este documento proponemos la definición de izquierda del maestro Luis Villoro, fundador del PMT: “Una actitud colectiva contra la dominación”

“… Por eso una postura de izquierda  es necesariamente crítica en la reflexión, disruptiva en la acción.
“Frente al poder impositivo dominante, la izquierda tiene que oponer un contrapoder… Cuando deja de ser oposición y llega a una posición política en que puede imponer su poder, su gobierno sólo tiene sentido si se ejerce para contribuir a hacer desaparecer las condiciones y estructuras de dominación.” (Villoro, 2007).

Esta definición es lo suficiente amplia para dar cabida a movimientos y organizaciones sociales, así como a partidos políticos que busquen una nueva sociedad, y que ejerzan un contrapoder frente al poder establecido; y lo suficientemente precisa para acotar los límites del ejercicio político cuando no ejerce un contrapoder o cuando no trabaja para eliminar las condiciones y estructuras de dominación.

Antecedentes.
La izquierda mexicana, que cumple con la definición inicial, se compone básicamente de dos grandes ríos que corren uno al lado del otro, hacia el mismo océano, pero por diferentes cursos. Esto ocasiona que a veces viajen a diferente velocidad; o que uno tenga menos codos o cascadas que el otro. Por un lado están los movimientos y organizaciones sociales que buscan mejoras para necesidades específicas de la población, sin que esto implique la conquista del poder político. Del otro lado están las organizaciones y partidos políticos que buscan acceder al poder político para modificar sustancialmente y de manera amplia las estructuras y condiciones de dominación que la clase dominante ha impuesto en el país.

Si bien, el proceso electoral de 2018 es eminentemente político y será protagonizado por partidos y organizaciones políticos, debemos ser claros en la existencia del otro grupo de movimientos y organizaciones de izquierda, pues parte del desdibujado ideológico que padece la izquierda partidista tiene que ver con el hecho de que el PRD se alejó de estos movimientos y organizaciones para concentrarse en la lucha electoral.

Dado que definimos a la izquierda como una actitud colectiva, es difícil descalificar a todas las organizaciones, movimientos y partidos que se han planteado como meta la lucha contra la dominación, por las acciones de sus aparatos de dirección. En cambio, sí puede dejar fuera a aquellas organizaciones clientelares cuya supervivencia depende de la preservación de condiciones y estructuras de dominación.


Estrategia hacía 2018.
Para la elaboración de la estrategia hacia 2018, nos valdremos de un método muy simple: fijar primero los objetivos últimos, definir el escenario que buscamos, la razón real de la existencia de la izquierda; y de ahí regresar hasta el presente, descubriendo qué es lo que necesitamos para llega a ese objetivo final.

Objetivo final.
El objetivo final de la lucha hacia 2018 debe ser contribuir de manera trascendente a desaparecer las condiciones y estructuras de dominación, de forma tal que se eleven de manera efectiva y tangible la calidad de vida y las oportunidades de desarrollo de los mexicanos.

Objetivo electoral.
Para tener la capacidad de ejecutar esa transformación, la izquierda deber ganar la presidencia de la república y alcanzar una mayoría en el Congreso que le permita conseguir la aprobación de leyes en este sentido.

Unidad de izquierda.
Como bien señala (Hernández B., 2016), los resultados de las elecciones recientes, analizados junto con los de 2012, nos indican que la izquierda está en seria desventaja numérica frente a la derecha, conformada por el PRI y el PAN.

A pesar de mis críticas al PRD, este organismo cumple con la definición de izquierda, en el sentido de una actitud colectiva contra la dominación, independientemente de la postura negociadora de muchos de sus líderes. Además, si bien la creación de Morena le ha restado cerca de la mitad de sus militantes, se sostiene como una fuerza importante, al menos en el terreno electoral.

Tampoco podemos calificar a Morena como una organización de izquierda perfecta. Es una organización vertical y, en algunos casos como el de Ecatepec, recurre a tácticas clientelares que no apoyan a desaparecer las condiciones de dominación, si no que antes las preservan y las aprovechan. Pero ambas, PRD y Morena, son las organizaciones de izquierda con esa actitud colectiva contra la dominación con mayor presencia y fuerza en el país.

Sin embargo, la participación separada en las elecciones de 2018 de Morena y del PRD llevaría a resultados desastrosos, pues ninguno de ellos cuenta con la fuerza suficiente para aspirar de manera real a la presidencia de la república o a una mayoría efectiva en el congreso. Deben ir juntos. Y no sólo eso, deben aliarse con todas las demás fuerzas de izquierda, electorales y no: sindicatos, movimientos campesinos, estudiantiles, de mujeres, de colonos y todos los que la situación política y económica del país ha hecho necesarios. No se debe repetir el error del PRD, que se alejó de las luchas sociales. Pero tampoco se deben usar estas organizaciones y movimientos sociales de manera clientelar, como lo ha hecho el PRI por décadas. Ésta no es una postura de izquierda, si no una actividad eminentemente derechista, en el sentido de que preserva las condiciones y estructuras de dominación, y en último caso cínica, pues se aprovecha de la necesidad de la gente.

Plataforma.
Por esto es importante el paso anterior: la elaboración de una plataforma política mínima, que contenga definiciones claramente de izquierda, acordada entre todos los partidos y organizaciones participantes. Si no llegamos a las elecciones de 2018 con una plataforma clara, definida y abiertamente de izquierda, nos confundiremos en esa desideologización electoral que tan fácilmente confunde al ciudadano; al grado que le da igual votar por la izquierda que por el PRI, el PAN o alguno de sus partidos comparsas (León G., 2016). Debemos presentarnos como una opción claramente diferente con propuestas de transformación definidas y entendibles por la población.

Candidatos.
Otro lastre que ha cargado la izquierda electoral ha sido la elección de sus candidatos. Desde los métodos de asignación al más puro estilo príista (por “dedazo”), hasta la presentación de militantes de partidos opuestos ideológica e históricamente a la izquierda. Lógicamente, muchos de estos candidatos, al llegar al poder, ejecutan acciones de gobierno consecuentes con la ideología en la que militaron hasta pocos meses antes de la elección. El costo político de estas tácticas cortoplacistas es muy alto; tanto a nivel de la militancia y simpatizantes de la izquierda, como del electorado en general, que no tiene manera de ver diferencia alguna entre los políticos del PRI y de la izquierda. Si bien, el PRD se forma luego de una escisión del PRI, y ha retomado algunos cuadros relevantes de este partido, esto no implica que todos los relegados de candidaturas de este partido, son realmente una opción de cambio. En general, su permanencia por muchos años en el PRI puede revelar que no tienen una actitud contra la dominación.

Por lo que toca a los candidatos militantes de la organización de izquierda, regularmente a niveles con menor proyección mediática, los métodos de selección han incluido la designación directa por la dirección del partido, las negociaciones ocultas entre grupos y el acarreo de votantes a asambleas en las que el debate es inexistente.

La izquierda debe presentar candidatos con ética, conocimientos y capacidad y voluntad de transformación. Deben representar una opción clara de transformación para el pueblo, y deben provenir de procesos de selección sin los vicios mencionados en el párrafo anterior. Sin diferenciación y sin transparencia, es decir sin cambios, no podemos esperar que los ciudadanos voten por la izquierda.

Mecanismos.
En la sección anterior se propone que la izquierda se presente como una opción verdadera, diferenciable  y confiable, con una plataforma política mínima y con candidatos presentables. También se enumeran algunos de los vicios y obstáculos para lograr esto. Evidentemente, los mecanismos que la izquierda ha utilizado últimamente no han sido los mejores. Se requieren mecanismos transparentes y democráticos para la elaboración.

Se puede argumentar que la izquierda ya no es el de tamaño de los pequeños grupos de los setentas y que llegar a acuerdos entre cientos de miles de militantes, puede sonar impráctico y sumamente lento. Pero no por eso debemos aceptar los métodos verticales, de negociaciones ocultas y de acarreo que tanto han dañado la imagen de la izquierda, y que han desperdiciado por años las oportunidades de transformación que  se han ganado en las urnas.

Debemos crear mecanismos ágiles de creación de acuerdos que permitan la participación piramidal de todos los militantes en debates abiertos, sin menoscabo de los tiempos. Debates que vayan desde discusiones al interior de los comités de base, hasta nivel estatal y nacional. No somos tan poco numerosos como en hace décadas, pero entonces no contábamos ni con los recursos económicos y con las facilidades que hoy nos ofrece la tecnología.

Proponemos la creación de mecanismos piramidales de discusión abierta que aprovechen la tecnología para agilizar los debates, sin menoscabo de la participación de los militantes.

Mediador.
Dada la cuasi sempiterna división de la izquierda, y el encono que han tomado las dos principales fuerzas de izquierda en el país, es necesario que exista un mediador entre los grupos. Un mediador con autoridad moral reconocida por los grupos de izquierda y de manera general. Un mediador que presente los mecanismos de elección de candidatos y de elaboración colaborativa de la plataforma política mínima, y que supervise su aplicación correcta.

Este mediador podrá apoyarse con el trabajo de los que suscriben este documento, o bien por un equipo que se elija, siempre y cuando se busque cumplir con criterios de imparcialidad y actitud colectiva hacia la transformación cualitativa de las condiciones y estructuras de dominación que prevalecen en el actual sistema político neoliberal mexicano.

Conclusión.
El camino hacia 2018, pasa por varios escenarios que debemos cumplir si queremos que la izquierda juegue un papel relevante en las elecciones de ese año, y ejecute su papel histórico. La siguiente gráfica resume la estrategia propuesta.
  

Trabajos citados

Hernández B., R. (21 de junio de 2016). Por la unidad de izquierda rumbo al 2018. Recuperado el 24 de junio de 2016, de https://drive.google.com/open?id=0B0CSXP08RqXqVUZCR051MUdKbTQ
León G., J. L. (10 de junio de 2016). Mezcla de ideologías. Recuperado el 24 de junio de 2016, de http://joseluisleongomez.blogspot.mx/2016/06/mezcla-de-ideologias.html
Villoro, L. (2007). Los retos de la sociedad por venir. Ensayos sobre justicia, democracia y multiculturalismo. México: Fondo de Cultura Económica.



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